El Jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez, junto a la ministra Chacón en la reunión de ayer. :: REUTERS
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El Gobierno aventura un rápido desenlace de la misión contra Libia

José Blanco afirma que detrás de esta operación militar «no hay una foto de las Azores» como la que se sacó Aznar con la invasión de Irak

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Gobierno no cree que la operación militar internacional contra el régimen de Muamar Gadafi se alargue. La ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, aseguró ayer que los aliados van a actuar en todo momento en función de las necesidades y las circunstancias que se vayan produciendo en Libia, pero que en ningún caso se trata de una estimación «a largo plazo». Jiménez y otros miembros del Gobierno, como los ministros José Blanco y Ramón Jáuregui, reiteraron que la presencia de España en esta misión es legítima y cuenta con un «gran apoyo» de los grupos parlamentarios.

La jefa de la diplomacia consideró que el papel de las tropas españolas en Libia es «central y fundamental» para defender a los civiles que reclaman el cese de la violencia que ejerce Gadafi contra ellos. La ministra de Exteriores recordó que tras este mensaje también se esconden «sus propios vecinos árabes, sus propios aliados tradicionales, los que están diciendo a Gadafi que pare ya de bombardear a su población».

Pese a que la ofensiva militar apenas acaba de comenzar, Jiménez aventuró un rápido desenlace de la intervención. Una opinión que contrasta con el silencio de Francia y Estados Unidos, que llevan el liderazgo operativo, y que han precisado que la actuación de los aliados solo se ciñe al campo aeronaval, no terrestre, y que el propio Gadafi ha advertido que dará batalla y luchará hasta el final.

La ministra conoció de primera mano las demandas de los rebeldes libios en una reunión que mantuvo con ellos durante la última gira por Oriente Próximo. La cita tuvo lugar en la residencia del embajador español en Egipto y Jiménez transmitió el apoyo del Gobierno al Consejo Nacional de Transición libio, que fue creado por los insurrectos el 27 de febrero tras el comienzo de las manifestaciones populares contra el régimen de Gadafi. No obstante, este respaldo no se ha convertido aún en un reconocimiento público del Ejecutivo español, a diferencia de otros países como Francia.

No solo Trinidad Jiménez recordó la legitimidad internacional y el «gran apoyo» parlamentario a la misión. El ministro de Fomento, José Blanco, y el responsable de Presidencia, Ramón Jáuregui, defendieron ayer la resolución de la ONU que ampara la operación frente a aquellos que intentan comparar esta situación con la guerra de Irak.

«Mentiras»

Blanco fue el más duro. Manifestó que detrás de la intervención en Libia no hay «ni foto de las Azores» ni «mentiras» como en 2003 en Irak, solo hay «una violación masiva de los derechos humanos y el objetivo es liberar al pueblo libio». «Vamos a trabajar no para iniciar una guerra, sino para acabar con ella», dijo en un acto de su partido en Málaga.

De igual forma, Jáuregui dijo que la coherencia y responsabilidad de este Gobierno reside en el hecho de que ha actuado militarmente con la aprobación de la comunidad internacional, pese a que «alguna prensa» quiere hacer creer que hay similitudes con la invasión de Irak, llevada a cabo de forma unilateral en marzo de 2003 con el apoyo del Gobierno de José María Aznar.

Precisamente, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, recordó ayer que su partido defiende la presencia de España en esta misión internacional, aunque sin la «demagogia» con la que actuó el PSOE en la Guerra de Irak. Para Cospedal, la presencia de las Fuerzas Armadas en Libia atiende a la «garantía y defensa de los derechos humanos» así como al «interés y a la seguridad nacional».

Un apoyo que para los partidos de izquierda del arco parlamentario es inasumible. El coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, denunció el «monumental cinismo» de España y de la comunidad internacional cuando atribuyen a causas humanitarias su presencia en el país norteafricano. «No se trata de derechos humanos ni de democracia, sino únicamente de encauzar mediante la guerra el movimiento popular que está teniendo lugar en África. Esperemos que no existan los mismo intereses que en Irak», resumió Lara. «En Libia huele mal, a crudo, a petróleo y a gas, no a pueblo libio», añadió Guillerme Vázquez, el portavoz del Bloque Nacionalista Gallego.