La española que quiere enchironar a Gadafi
Actualizado: GuardarMientras hace las maletas para La Haya, donde se incorporará al equipo de la Corte Penal Internacional que prepara la orden de arresto contra Muamar Gadafi, no pierde el tiempo: acaba de pedir 15 años de prisión para el etarra Peio Jon Sánchez Mendaza. Por el camino ha perseguido a los narcos más sanguinarios con sucursal en España, a monstruos sacados de la peor ficción, como el militar argentino Adolfo Scilingo, y a terroristas yihadistas con muchas ganas de volar la Audiencia Nacional. Dolores Delgado, con 22 años de lucha contra las peores pesadillas del Estado de Derecho y considerada una experta en justicia universal, es una de las fiscales claves del país y también una de las más discretas y desconocidas.
Con la misma tozudez y energía que persigue a delincuentes parece haber borrado su rastro personal. Apenas ha concedido tres entrevistas, en las que no ha abierto ni una sola rendija a su vida personal. No le tuvo que hacer ninguna gracia cuando su nombre apareció publicado en la lista de invitados de la cacería donde coincidieron el entonces ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo y el juez Baltasar Garzón, compañero de fatigas de Dolores durante los últimos tres lustros.
La carrera de esta madrileña de 48 años y madre de dos jóvenes arrancó una noche en la que no pegó ojo siguiendo los pasos de una banda de narcotraficantes que tenía en vilo al barrio de San Cosme, en El Prat de Llobregat. Debutó junto a José María Mena, el querido y temido exfiscal jefe de Cataluña, entonces fiscal antidroga. La entusiasta Lola supo que no se había equivocado de carrera. Lo suyo era resolver puzzles. De los grandes. De esos que te obligan a leer, investigar y viajar para saber interpretarlos.
Poco después se mudó a la Audiencia Nacional, donde hablan de su «gran compañerismo. Te hacía las guardias de fin de semana, si tenías cualquier cosa ella te cambiaba el turno. Es excelente y envidiable por su fortaleza y entusiasmo, que siguen intactos después de tantos años en una profesión donde es frecuente que la gente se revenga con la edad. Pero ella no. Pelea a cara perro».
Se le escapó 'El Negro'
Cuando tuvo a la niña aprovechó la excedencia de maternidad para acompañar a su marido, un empresario que luego fue director general de Chocolates La Casa, a Estados Unidos. La pareja y sus dos hijos vivieron allí un año. A la vuelta, no tuvo tiempo ni para ordenar papeles. Le esperaban 'Carlos el Negro' y la más brillante operación antidroga realizada hasta entonces en España. Baltasar Garzón, el juez que admira y defiende, dirigía la Operación Temple. La Policía localizó diez toneladas de cocaína y detuvo a 55 personas. Pero el jefe de la banda recusó al juez por desvelar datos del sumario y, en una decisión inexplicable, la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional excarceló al narco.
«Dolores se mató para que no lo soltaran. Ella vio toda la jugada desde el principio, sabía que mentía y que se iba a fugar, pero la sala entendió otra cosa», recuerda una compañera. La fiscal de hierro, como se la conoce en círculos judiciales y periodísticos, quería encarcelarlo 60 años y hacerle pagar 414,7 millones de euros. Pero el también llamado 'Pelopincho', con cinco pasaportes diferentes y un pasado tan negro como su apodo (se desconoce hasta su auténtica nacionalidad), se fugó en diciembre de 2001, poco después de ser excarcelado por «riesgo de suicidio». La acusadora infatigable, una de las primeras en llegar a su despacho de la Audiencia y una de las últimas en marcharse, envidiada por su vitalidad y su obcecación a prueba de bombas, no se rindió. Llegaron nuevos casos y ella siguió haciendo siempre la siguiente pregunta, la que te trae problemas pero permite seguir avanzando para que no se estanquen procesos con medio centenar de imputados. Aunque te muevas inquieta por el parking cuando resuenan pasos a tu espalda.
En julio de 2006, la Fiscalía General del Estado la designó portavoz oficial. Dieciséis años después de pelear con lo peor de lo que duerme en las cárceles, debía encargarse de las relaciones con los medios de comunicación, de explicarles los temas más sensibles. Apenas duró unos meses. «No le gustaba nada», coinciden distintos compañeros.
Para entonces, esta consumidora voraz de historia y cine ya había superado con nota el caso que, hasta la fecha, le ha dado más lustre internacional. Consiguió, con todo el equipo de Garzón, que por primera vez se aplique en España Derecho Penal Internacional para juzgar hechos enmarcados en crímenes contra la humanidad. El oficial Adolfo Scilingo fue condenado a 1.049 años de cárcel por haber participado en los vuelos de la muerte, en los que militares argentinos arrojaban al río de la Plata desde los aviones a prisiones políticos drogados pero vivos.
Dolores Delgado, la acusadora inagotable -fue ella la que se llevó a su despacho, hasta que la convenció, a la hermana del terrorista islamista que se negaba a declarar sin burka-, va a ser la primera fiscal de un país firmante del Estatuto de Roma que se integra en un equipo de la Corte Penal Internacional, con el fin de controlar los aspectos jurídicos de la orden de arresto contra un dictador. Gadafi es perseverante. Dolores Delgado, de hierro.