Una rebelde dispara una ametralladora AK-47. :: REUTERS
MUNDO

Gadafi incumple el alto el fuego y ataca Bengasi

Decenas de muertos y cientos de heridos después de más de diez horas de ataque por tierra y mar

BENGASI. Actualizado: Guardar
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Muamar Gadafi logró su objetivo. Pocas horas después de decretar un alto el fuego unilateral sus fuerzas comenzaron el ataque por tierra y mar sobre Bengasi causando «decenas de muertos y cientos de heridos», según fuentes médicas de unos hospitales en los que las morgues también guardaron cuerpos de los paramilitares enviados por Gadafi. Durante toda la noche y parte de la mañana la artillería libia descargó sus municiones contra la capital rebelde y provocó un éxodo masivo de civiles que huyeron hacia las ciudades del norte o directamente a la frontera con Egipto.

Las 24 horas de desconcierto tras el anuncio del cese de las hostilidades y la invitación al país a observadores de Naciones Unidas se transformaron ayer en el primer gran castigo a la ciudad que se levantó en armas el pasado 17 de febrero y donde tiene su sede el Consejo Nacional de los sublevados. Pese a las más de diez horas de ataque, las escaramuzas en los barrios del sur, el espectacular derribo de un avión -que al final resultó ser un aparato rebelde abatido por fuego amigo- y el testimonio de los miles de civiles huyendo, el Gobierno de Trípoli mantuvo su guión de mentiras y declaró que «no hay ataques sobre Bengasi porque estamos respetando el alto el fuego», según declaró el portavoz del Ejecutivo, Musa Ibrahim.

La misma tesis fue defendida por el número dos de Exteriores, Khaled Kaim, ante la cadena británica BBC al asegurar que «el alto el fuego es real, creíble y sin fisuras. Esperamos recibir observadores internacionales lo antes posible». Y seguro que no les falta trabajo ya que, además de Bengasi, el líder libio siguió con su intento de reconquistar Ajdabiya, 150 kilómetros al sur de la capital rebelde, y Misrata, el último feudo de los opositores al oeste del país.

«Exterminar a la población»

El líder rebelde, Mustafá Abdul Jalil, declaró a la cadena Al-Yasira que Gadafi trata de «exterminar a la población de Bengasi» e hizo un llamamiento a la comunidad internacional para una «intervención inmediata». El problema del régimen es que por primera vez en cuatro décadas no controla del todo los medios de información y decenas de enviados especiales de todo el mundo trabajan en Bengasi para contar lo que está pasando, no lo que el Gobierno quiere mostrar.

Las calles están desiertas. Persianas echadas y un silencio tenso son la estampa de una ciudad herida. El coronel cumplió su promesa, sus hombres atacaron desde el sur y oeste y algunos de sus paramilitares entraron a pie en los barrios periféricos, sin llegar al centro urbano, pero no ha culminado de momento su amenaza de ir «casa por casa, calle por calle limpiando la zona de terroristas».

Al caer la noche, la euforia provocada por la llegada de los primeros aviones franceses al espacio aéreo libio y sus disparos contra tanques de Gadafi al sur de la ciudad reforzó el ánimo de unos rebeldes cuya única oportunidad en el campo de batalla está en manos de la comunidad internacional. En los puestos de control se podía ver más voluntarios de lo habitual, armados con cualquier tipo de fusil y con prismáticos para el avistamiento de aviones, aunque en los últimos tres días no haya volado un solo aparato de Gadafi.