El deterioro del estado del bienestar
PROFESOR TITULAR DE EU DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Actualizado: GuardarEn cualquier escenario en el que nos movamos hoy en el planeta se aprecia una gran penuria, palabra que se asocia normalmente con los alimentos, pero que también la utilizamos con frecuencia para referirnos a situaciones de escasez, carencia o pobreza, y en este contexto me quiero referir al panorama del mundo de hoy en el que se aprecia un continuo deterioro del estado del bienestar de todos.
Lo que fue el objetivo hace unos años, la economía del bienestar, entendida como la que garantiza los tres pilares fundamentales, como son la educación, la salud y las prestaciones sociales, se va derrumbando debido a las frustraciones políticas y la falta de iniciativa para tomar las medidas necesarias que sean capaces de impulsar el entramado empresarial y garantice la supervivencia de pequeñas y medianas empresas. Sufrimos una grave pobreza de imaginación que nos ha llevado a la mediocridad del hombre de nuestro tiempo.
Si analizamos la formación de la persona de hoy observamos que las carencias van en aumento con el consiguiente deterioro del ser humano que le conduce a una «nueva cultura» la del tener más que la del ser, con unas características propias, como son, el no esfuerzo, lo material, el disfrute inmediato, nuevos enfoques filosóficos que se van creando a espaldas de la razón y la naturaleza, la falta de atención al niño motivado por la falta de tiempo de los padres, ausencia de valores trascendentales que enaltezcan y conduzcan a la persona hacia un destino cierto. El ambiente cultural está dominado por lo mundano más que por el espíritu de servicio y solidaridad que tanta falta hace en nuestros días.
Hemos llegado hasta aquí debido a los cambios tan acelerados que se han experimentado en las últimas décadas, consecuencia de los avances tecnológicos y el libre mercado, que han hecho que hoy se midan las cosas desde el prisma de la competitividad, la eficiencia, la rentabilidad y la economicidad, en detrimento de las relaciones humanas y el aspecto religioso de la persona, estableciéndose una nueva jerarquía de valores basados, casi en exclusiva, en el bienestar individual, olvidando la dignidad de la persona como valor fundamental e inherente al ser humano.
El escenario de las prestaciones sociales empieza a avisar de la necesidad de reformas profundas que empobrecerán el estado del bienestar que se consiguió en tiempos pasados para todos los ciudadanos. Nuestro país ha acometido uno de los cambios más drásticos de los últimos tiempos como es el de la reforma de las pensiones, que constituyen la institución más compleja del Estado del Bienestar y que ha venido motivada por hacerse inviable la fórmula de aportaciones al sistema debido al paro (menos cotizantes) y la longevidad de los jubilados (alargamiento de las prestaciones). Con ello, se abre un nuevo panorama a los trabajadores de este país, ya que ahora tendrán que empezar a completar su pensión si no quieren llegar a su jubilación y encontrarse con que el importe que les queda es insuficiente para poder disfrutar del merecido descanso con dignidad.
Junto a lo anterior, las ayudas a los desempleados se están recortando por falta de recursos y el gobierno ha traspasado a las comunidades el 'cheque parado' de 350 euros, ya que el Ministerio de Trabajo pretende convertir esa paga en una política activa de empleo, con el fin de que quienes reciban la misma participen más intensamente en programas de formación, lo que significa que las comunidades autónomas, además de seguir formando a los desempleados, deberán asumir el pago de esos 350 euros. En definitiva, el sistema de prestaciones sociales empieza a hacer aguas.
Finalmente, en el momento histórico en que vivimos se hacen necesarias medidas solidarias que garanticen la sanidad de hoy y la del futuro. En los momentos actuales los cimientos del sistema sanitario español se resquebrajan, aumentándose año a año la deuda sanitaria, sin que las administraciones hayan podido frenar esa tendencia deficitaria, poniendo en peligro la continuidad y supervivencia de este servicio público.
Por ello se plantea el 'copago sanitario', que eliminaría el abuso del sistema y permitiría una reorganización de la sanidad en la que gran parte de las visitas se atendiesen en vía administrativa o por otros profesionales (técnicos sanitarios, por ejemplo) y así utilizar mejor a los médicos, dándoles más autonomía . Nos ha tocado vivir tiempos difíciles que nos conducirán a un nuevo concepto del estado del bienestar. ¿somos conscientes de estos cambios?.
Finalmente, una reflexión sobre la forma de normalizar el 'Copago', que habría que establecerlo como una Tasa por la prestación de un servicio público, en régimen de derecho público, debiendo regularse por Ley aprobada por el Parlamento. Según la legislación española «se entiende que los servicios se prestan en régimen de derecho público cuando se lleven a cabo mediante cualquiera de las formas previstas en la legislación administrativa para la gestión del servicio público y su titularidad corresponda a un ente público».