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EE UU se prepara para la guerra
Obama informa al Congreso y a la nación de la decisión tomada por «una causa justa» y muy meditada debido a los frentes aún abiertos en Irak y Afganistán
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarPrimero informó a los líderes del Congreso. Luego, a la nación. Y finalmente, al coronel Muamar Gadafi, al que con su ultimátum ofreció la última oportunidad de evitar la guerra. Había llegado para Barack Obama el momento más crucial que enfrenta un presidente, el de mandar a sus tropas a atacar otro país. Y si bien sus palabras recordaban con estremecimiento a las de George W. Bush en 2003, el respaldo de la ONU y del mundo árabe le daba más legitimidad de la que éste soñase y abre una nueva era de multilateralismo en el mundo.
«Nuestra meta es clara, nuestra causa es justa y nuestra coalición es fuerte», lapidó el presidente de Estados Unidos. Se habían cumplido las tres condiciones que tanto él como sus generales querían ver antes de involucrarse en un nuevo conflicto armado. Algo que Barack Obama dice haber meditado cuidadosamente, «especialmente en un momento en el que estamos luchando en Afganistán y terminando nuestras operaciones en Irak, eso lo hace más difícil», reconoció.
Gadafi todavía tiene la oportunidad de evitar el inminente bombardeo si cumple las condiciones que líder demócrata detalló. «Implementar un cese al fuego inmediato: Eso significa que todos los ataques contra civiles tienen que acabar. Gadafi debe impedir que sus tropas sigan avanzando hacia Bengasi, retirarlas de Ajdabiya, Misrata y Zawiya, así como restablecer el suministro de agua, electricidad y gas a todas las zonas. Tiene que permitir que la asistencia humanitaria llegue a la gente de Libia», continuó antes de lanzar el ultimátum.
«Dejadme ser claro: Estas condiciones no son negociables. Si Gadafi no cumple con la resolución, la comunidad internacional impondrá consecuencias y la resolución será implementada mediante acciones militares». Quedaban las descargas de responsabilidades. Obama matizó que no buscaba esta guerra y responsabilizó de ella a Gadafi, como a su pueblo y a otros del mundo árabe de decidir su futuro. «El cambio en esta región no puede ser impuesto por Estados Unidos o ningún otra fuerza extranjera», insistió.
Miedo al imperialismo
El presidente que ganó la Casa Blanca con el apoyo de los movimientos pacifistas y la oposición a la guerra de Irak temía más que nada en el mundo que la intervención en Libia sea vista como un nuevo movimiento imperialista de Estados Unidos en un país árabe rico en petróleo, motivo por el que no hubiera aceptado la guerra sin el apoyo de la Liga Árabe ni pretende liderarla. Ni siquiera desea que la OTAN dirija las operaciones, sino que se baraja un centro de operaciones en París, a donde llega hoy la secretaria de Estado Hillary Clinton.
Estados Unidos prefiere esta vez ocupar el asiento trasero, vigilar los cielos con sus aviones sin piloto, utilizar la tecnología militar para bloquear las señales de radio, interferir las transmisiones de los aviones de Gadafi, limitar su participación militar a los 400 marines que tiene en la zona.
«No vamos a desplegar tropas en Libia ni a utilizar la fuerza para ir más allá de la meta que hemos definido bien, específicamente proteger civiles», prometió al país, como horas antes había dicho a los líderes del Congreso. «Y todos coincidimos en que sería muy mala idea», corroboró el legislador republicano Mike Kegers.