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Gadafi detiene la ofensiva militar
Trípoli declara el alto el fuego «para proteger a los civiles» horas después de prometer aniquilar a todos los rebeldes
MARSHA MATRUH (FRONTERA EGIPCIO-LIBIA). Actualizado: GuardarTrípoli declara «un inmediato alto el fuego y el cese de todas las operaciones militares» porque las autoridades tienen «gran interés en proteger a todos los civiles». El ministro de Exteriores libio, Mousa Kosa, respondió de esta manera a la decisión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de autorizar el uso de la fuerza para cerrar del espacio aéreo del país norteafricano.
«Tras haber visto la resolución, y tomando en consideración que Libia es un miembro pleno de la ONU, aceptamos que es obligado asumir la decisión del Consejo de Seguridad», afirmó el ministro en un tono conciliador muy distinto al que durante toda la mañana mantuvieron los Gadafi, desafiantes y amenazadores en las entrevistas que volvieron a conceder a medios extranjeros. Muy alejado también del empleado por los medios oficiales durante una jornada en la que repitieron cada vez que tuvieron la oportunidad que «la resolución de la ONU no se merece ni el papel en el que está escrita».
La declaración de buenas intenciones, sin embargo, no se plasmó en hechos ya que, según denunciaron residentes de ciudades como Misrata y Ajdabiya consultados por el canal Al-Jazeera, las fuerzas leales al dictador siguieron con sus ataques después del anuncio de tregua que supuso un auténtico golpe de efecto de cara al exterior y ocupó grandes titulares en la prensa mundial. Misrata, con cerca de 500.000 habitantes, es la tercera ciudad de Libia y el único bastión que permanece todavía bajo control insurgente en el oeste del país, a menos de 150 kilómetros de la capital.
Los rebeldes resisten las embestidas de las fuerzas de Trípoli desde el inicio de la revolución y ayer al menos cuatro personas perdieron la vida -la agencia Reuters elevó la cifra a veinticinco- y otras setenta resultaron heridas tras una nueva jornada de violencia. Ajdabiya es la auténtica llave de acceso a Bengasi y volvió a ser objeto de bombardeos. La capital de los sublevados estalló de alegría tras conocer el anuncio de la intervención internacional después de permanecer en alerta roja durante las últimas 48 horas. Fuegos artificiales y disparos al aire escenificaron esta nueva victoria rebelde en una revolución fortalecida moralmente tras varias semanas de severos reveses en el campo de batalla.
No bajar la guardia
En la Libia liberada no creen en la palabra de Gadafi, ni en las noticias difundidas por los medios oficiales, por eso no bajan la guardia. Menos de veinticuatro horas después de que Gadafi amenazara con «graves bombardeos» sobre Bengasi y «arrasar la ciudad sin piedad limpiándola de terroristas casa por casa, calle por calle» si los rebeldes no deponían las armas, el responsable de Exteriores dio un giro radical en el discurso y habló de alto el fuego y «respeto a los derechos humanos».
Falta por escuchar de nuevo al líder en primera persona y ante los medios locales para saber cuál es su mensaje oficial. Esta doble cara del régimen ya ha levantado también los primeros rumores sobre posibles divisiones internas en la cúpula por el temor al inminente ataque de las fuerzas de la OTAN.
El viernes de oración volvió a resultar decisivo para la revuelta. A primera hora de la tarde de ayer miles de personas volvieron a rezar juntas en la plaza de Bengasi.