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Alemania da la espalda a la intervención contra el régimen de Trípoli

El ministro germano de Exteriores afirma que a pesar de su negativa a participar «entiende» a los países que lo hacen «por motivos de honor»

BERLÍN. Actualizado: Guardar
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¿Miedo, cinismo o pragmatismo? La decisión del Gobierno alemán de abstenerse en la votación que tuvo lugar la noche del jueves en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y, más tarde, el anuncio del ministro de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, cuando afirmó en el Bundestag que Alemania no participará en una operación militar contra Libia, volvió a vislumbrar ayer la frágil unidad que reina en el seno de la Unión Europea en materia de política exterior.

Westerwelle manifestó que su país no quería participar en una guerra en el norte de África, pero admitió que el Ejecutivo deseaba proponer a sus socios de la OTAN que técnicos militares germanos sustituyan a especialistas de otros ejércitos como personal experto de los aviones 'AWAC' de seguimiento y espionaje aéreo

«Entendemos la posición de aquellos que se han mostrado, por motivos de honor, a favor de una intervención militar en Libia», dijo el ministro, al dar a conocer la posición oficial de su Gobierno. «No obstante, después de tomar en cuenta los riesgos, llegamos a la conclusión de que no queremos participar con soldados alemanes en una guerra, en una intervención militar en Libia. No ha sido fácil para nosotros tomar esta decisión», añadió el titular de Exteriores.

En cambio, Westerwelle volvió a exigir sanciones más severas contra el régimen de Gadafi, destinadas, por ejemplo, a impedir que el dictador pueda tener acceso a dinero fresco para financiar a los mercenarios que luchan actualmente contra los rebeldes. «Hay que impedir que ese dinero llegue a las manos de ese dictador», insistió.

En su intervención ante el pleno del Parlamento Federal, también recordó que una incursión militar trae consigo víctimas civiles, como ocurrió en Irak y Afganistán, y dejó entender los «peligros y riesgos considerables» que encierra, así como que tampoco estaba garantizado el derrocamiento del dirigente libio.

Pero la posición alemana, al igual como ocurrió hace ocho años, provoca una nueva división en el seno de la Unión Europea. La abstención germana en el Consejo de Seguridad fue criticada por el gobierno francés, que también lamentó la posición adoptada por Catherine Ashton, la jefe de la diplomacia europea, que no pudo tomar una posición en favor de una exclusión aérea en Libia porque no existe un consenso entre los Veintisiete.

El nuevo escenario bélico se produce igualmente en un momento crítico para las autoridades germanas. Por una parte, Merkel y Westerwelle -que tiene por delante un calendario electoral que augura solo derrotas- saben que la mayoría de la población está en contra de la ocupación alemana en Afganistán y temen además que una invasión en Libia pueda despertar el terror fundamentalista en el país. Algunos observadores tampoco descartan que Berlín, con su opción neutra y moderada, desee mantener vigentes los acuerdos económicos que ha suscrito con el régimen de Gadafi y asegurarse el suministro de petróleo.