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«La del 14 fue la última guerra con normas»
En 'La belleza y el dolor de la batalla', Peter Englund narra el conflicto mediante escenas protagonizadas por veinte personajes de a pie
Actualizado: GuardarLa Primera Guerra Mundial (PGM) contada a través de la peripecia de veinte personajes distintos y reales, unidos por la circunstancia de ser insignificantes para la marcha de la Historia. Peter Englund describe el lodo de las trincheras, el racionamiento, los hospitales de campaña, el miedo primero y el hastío después en las ciudades, el entusiasmo y la desesperación de unos seres que forman un mosaico que muestra 'La belleza y el dolor de la batalla' (Ed. Roca), un tratado histórico escrito con la estructura, el ritmo y la capacidad de suscitar emociones de una novela. El secretario permanente de la Academia sueca (Boden, 1957) es un historiador pero también un hombre de acción: trabajó como corresponsal de guerra y durante unos años formó parte del Servicio Secreto sueco. «Era la época de los cambios en la URSS y aquí había bastante tensión. Yo hacía informes sobre documentos. Nada que ver con James Bond», dice con retranca. Además de todo eso, muestra una clara vocación literaria.
– Como historiador, usted comenzó a trabajar sobre episodios de su país en los siglos XVIIy XVIII. ¿Por qué ahora la Primera Guerra Mundial?
– Porque es el arranque del siglo XX, que es el siglo de las catástrofes. La PGMsiempre ha estado a la sombra de la Segunda, pero es el inicio de todo. Sin ella no habrían existido Hitler ni Stalin.
– Yes un historiador que hace el libro dándole una forma literaria, con 20 personas que protagonizan escenas breves. ¿Por qué así?
– Quería abordarlo de otro modo. Me inspiré en la forma de escribir de Vargas Llosa, que en alguna de sus novelas sigue el destino de varios personajes menores para comprender mejor la historia. Este es el libro de un historiador, y el trayecto seguido es ir de lo pequeño a lo grande. Trato de dar una visión caleidoscópica, creando la imagen a partir de distintos puntos de vista.
– ¿Cómo encontró a esos 20 personajes?
– Lo difícil no fue encontrarlos, sino decidir con quiénes me quedaba. Hay un amplísimo material sobre la PGM. De hecho, es la guerra más literaria, porque la gente escribía muchos diarios, cartas, apuntes y todo eso está ahí. Decidí elegir los personajes que aportaban ángulos distintos por su edad, sus ocupaciones, su origen... El hecho de haber trabajado como corresponsal de guerra me ayudó en ello, porque yo creía que iba a entender mejor lo que pasaba en la guerra estando allí, y me di cuenta de que es más fácil entender la globalidad cuando tienes muchas perspectivas.
El entusiasmo inicial
– Mucha gente fue a esa guerra como a una competición deportiva. A algunos les daba igual el bando en el que alistarse porque no querían perderse la aventura. ¿Cómo fue posible?
– Somos hijos de todas esas guerras. Con la del 14se abre un período muy oscuro que ha cambiado nuestra visión de los conflictos bélicos. Yo quiero aportar humanidad al relato de esa contienda:quienes iban con alegría al frente no eran locos. Creían que la guerra iba a solucionar cosas y reaccionaron con un entusiasmo natural en aquellas circunstancias.
– Entusiasmo en ambos bandos. Algo muy distinto de lo que pasó en la SGM.
– Lo más interesante es que en este caso no se sabe muy bien quiénes fueron los buenos y quiénes los malos. Lo que caracterizó aquella guerra fue la incertidumbre moral. Por eso nos es tan difícil entenderla. En la SGMtodo está muy claro. En la Primera, no, y además hubo muchos períodos de estancamiento. Algo parecido lo viví en Bosnia y Afganistán. Esa experiencia me fue útil también. Allí vi cómo a veces se reactivan las cosas simplemente porque no pasa nada, sin otra razón.
– ¿No pensó en introducir un personaje de ficción para a través de él relacionar a los personajes reales?
– Como soy historiador, no puedo hacerlo, pero reconozco que estuve tentado, porque me daba la posibilidad de hacer un juego con el lector sin que este fuera del todo consciente. Pero lo rechacé porque me di cuenta de que habría una sombra de sospecha sobre el resto de los personajes, que son reales como lo son los episodios que protagonizan. También pensé meter un personaje real muy famoso en la veintena de protagonistas.
La renuncia a Hitler
– ¿Quién?
– Hitler. Pensé convertirlo en uno de los veinte, aunque fuera con seudónimo. Lo desestimé porque si lo hacía el delicado equilibrio del relato se venía abajo. Una de las ideas que yo mantengo es que los alemanes no fueron los malos de la película en esa guerra. Ysi metía a Hitler iba a llevar a los lectores, inevitablemente, a pensar en ellos como los responsables del conflicto.
– En algunos momentos del libro el historiador se hace muy presente. Por ejemplo, cuando corrige lo que decían las crónicas de la época con el conocimiento posterior. ¿No ha podido evitarlo?
– Es verdad. Escribo en presente y sin embargo añado cosas que solo se supieron años más tarde. No he podido dejar de ser historiador y he corregido lo que dicen los personajes, a partir de lo que se supo en ese momento, con la verdad conocida luego. Pero mi ambición ha sido escribir sobre esas personas como si el narrador, es decir yo, no supiera en cada momento qué le pasará en el futuro.
– ¿Fue la última guerra romántica?
– Fue la última guerra con normas, con un cierto sentido moral del combate. Con la Guerra del 14 desapareció un mundo más civilizado. Aunque no quiero glorificar lo que había antes. El mundo que desaparece con la guerra era muy duro para grandes capas de la población.
– Un personaje mata a su mujer porque le impide ir a la guerra y otro porque habla bien de los alemanes. Y hubo muchas matanzas. En ambos casos no se ve ese sentido moral.
– Por supuesto. He introducido esos episodios para reflejar cosas que pasaban. Hubo cosas horribles en el ámbito íntimo, al margen de las matanzas masivas. Hablaba de un grado de civilización anterior que se pierde en esta guerra. Hasta entonces, el conflicto bélico con más muertos había sido la guerra franco-prusiana de 1870-1, con 150.000. En la PGMmurieron 6 millones. En el siglo XX del que somos hijos, la muerte a gran escala fue lo corriente.
– La ficción que parte de hechos reales tiene un gran éxito en España en estos momentos. ¿Sucede también en Suecia?
– También. Aquí hay una enorme polarización:por un lado, está la supraficción, que es la novela policiaca, y por otro el resto de la ficción, que es mucho más parecida a la realidad.