Una romana observa una carroza del Museo del Carruaje, abierto en el programa del aniversario. :: EFE
Sociedad

Italia cumple 150 años

El país celebra el aniversario de su unidad a su modo: desuniéndose, reavivando viejos rencores y entre fallos organizativos

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Italia celebra hoy los 150 años de la proclamación de la unidad del país. Fue en 1861 en Turín, que entonces era la capital. Una conmemoración que sólo se celebra cada cincuenta años, a diferencia de las demás fiestas nacionales -el fin del fascismo o la proclamación de la República-, que siempre fastidian a alguien que no las siente suyas. Aunque ni siquiera esta vez los italianos se han puesto de acuerdo en si debía ser un día de vacaciones, y ha sido ocasión para reabrir viejas heridas y rencores, de norte a sur. En fin, la fiesta de Italia está llena de peros, pero tal vez sea esa la forma más italiana de celebrarla. Hasta el Papa dio ayer la vuelta a la tortilla, a la italiana, al recordar «la fundamental contribución católica» a la unidad, cuando Pío IX fue su principal enemigo.

Ya en 2009 el responsable del comité encargado de organizar los fastos, el ex-presidente Carlo Azeglio Ciampi, amenazó con dimitir porque nadie le hacía ni caso. Al final, con retraso, se ha diseñado un programa de actos que ignora la mayoría de los ciudadanos, con el habitual desapego hacia lo institucional. Pero lo más llamativo es que el segundo partido del Gobierno, la Liga Norte, con tres ministros, es reacio a celebrar nada. Anteayer, en el Parlamento regional de Lombardía, en Milán, al sonar el himno sus miembros se fueron al bar. Aún no se sabe si la Liga Norte, que cree en un ente llamado Padania del río Po para arriba, participará hoy en la sesión solemne del Parlamento. En Nochevieja en el Véneto se quemaron muñecos de Garibaldi, que para algunos no era más que un bandido masón. Como Cavour, para muchos del sur, es alguien que no bajó en su vida más allá de Florencia.

La unidad está siendo una excusa para dividirse aún más. Si en el norte se impone en algunos sectores una visión del sur como una panda de vagos que les roban el dinero, en el sur también se rastrea un rencor atávico que ve en la unidad una mera conquista del norte que acabó con la buena vida borbónica. El aniversario ha desatado una oleada de libros sobre el tema, y muchos se centran en desmontar la historia oficial y sacar a la luz los puntos oscuros. También se repasan los vicios nacionales, se evoca el fascismo o la mafia, todo lo que queda por hacer y se lamenta un presente poco ilusionante. El italiano se fustiga bastante y el orgullo patrio lo tiene escondido, aunque salta a veces de forma torrencial. De puertas afuera, se le sigue viendo como un país despreocupado. Una lista del diario británico 'The Independent' ha enumerado las quince cosas que surgen cuando se piensa en Italia. Serían, por este orden: Claudia Cardinale, el 'dolce far niente', los coches, los gondoleros, el soneto, el helado, Caruso, Fellini, el latín, la Mafia, la Antigua Roma, Casanova, Dante, Leonardo y Baggio. En cambio, cuando algo es un desastre o una vergüenza, un italiano suele decir por todo consuelo: «Estamos en Italia».