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«En tu fiesta me planté»
Una adolescente australiana convoca a sus amigos por Internet para celebrar su cumpleaños y se apuntan 200.000
MADRID. Actualizado: Guardar«Allí me colé y en tu fiesta me planté», decía el pegadizo tema de Mecano. El estribillo resume la pesadilla que viven estos días los padres de Jesse, una adolescente de Sidney que tuvo que cancelar su «pequeña fiesta de cumpleaños» después de que unas 200.000 personas confirmasen su asistencia por Facebook. Jesse quería apagar las 16 velitas rodeada de sus amigos y no se le ocurrió otra idea que anunciarlo abiertamente a través de la red social. La estudiante publicó en su 'muro' que no tenía «tiempo para invitar personalmente a cada uno» y por ello les pidió que lo comunicasen a otras personas. «Es una fiesta abierta, con la condición de que no se escape de las manos», rezaba la invitación.
Fue como pretender detener un tsunami con un cubo de playa. Al día siguiente de colocar el anuncio, Jesse descubrió que más de 20.000 personas ya habían confirmado su asistencia. Ayer, incluso después de que la aterrorizada joven hubiera desconvocado públicamente la fiesta, ya eran 200.000 los que amenazaban con presentarse en su casa.
Al final, la joven pudo celebrar el cumpleaños con sus amigos en una fiesta privada en casa y con policías montando guardia en el exterior para evitar incidentes.
Desde siempre, el gorrón ha sido una figura inevitable en cualquier sarao que se precie, pero las redes sociales han convertido su presencia en una plaga. Y no siempre se ha podido atajar a tiempo.
Hace justo un año, Rachel Ross, una quinceañera inglesa, organizó una fiesta a través de Facebook en su casa de Merseyside sin pedir permiso a sus padres, aprovechando que estaban invitados a una boda. A la cita se presentaron más de 50 personas, entre invitados y caraduras. El problema fue que a alguno se le ocurrió gritar «¡Vamos a destrozar la casa!», consigna que muchos de los jóvenes obedecieron con entusiasmo.
Algunos orinaron en la cuna del hijo menor de la familia y arrojaron pintura roja a la ropa guardada en los armarios. Otros descolgaron las espadas samurái que coleccionaba el dueño de casa y las lanzaron a las paredes, en una especie de juego de tiro al blanco. Un fusil fue utilizado para romper las lámparas. Los 'invitados' se llevaron una colección de armas antiguas, entre las que destacaba un sable de Napoleón. También desaparecieron un televisor, dos ordenadores portátiles, teléfonos, videoconsolas y las joyas de la dueña de casa.
Parecido resultado tuvo la invitación cursada por una joven inglesa hace tres años en su lujoso chalé de Marbella a través de Facebook. Jodie Hudson quería una fiesta inolvidable para celebrar su 16 cumpleaños, y a fe que lo consiguió. Su promesa de «mucho alcohol y un DJ increíble» atrajo a 400 adolescentes, que convirtieron la cita en una orgía de alcohol, sexo y vandalismo. Cuando se presentó la policía, describió el cuadro como «zona de guerra»: el mobiliario destrozado o lanzado por las ventanas, televisores en el fondo de la piscina, adolescentes en coma etílico... Lo que no encontraron los agentes, en cambio, fueron las joyas de la dueña de la casa ni muchos de sus caros vestidos.
La propia Jodie informó después a sus múltiples seguidores en la Red que había sido castigada hasta el verano. Sin embargo, no parecía muy arrepentida.
Casi peor, si cabe -al menos para su orgullo-, es lo que le ocurrió a Hal Niedzviecki, un joven canadiense que organizó una macrofiesta en casa para sus 700 amigos de Facebook y ¡solo se presentó uno! Para colmo, llegó tarde.