Editorial

Temblor nuclear

El debate sobre la energía atómica exige reflexión y no medidas de emergencia

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El riesgo anunciado ayer de que un tercer reactor de la planta nuclear de Fukushima pudiera recalentarse, tras las explosiones de hidrógeno generadas en las otras dos, y la alerta sobre un nuevo tsunami que podría alcanzar la costa este de Japón contribuyeron ayer a la extensión e incremento de la inquietud sobre la seguridad que ofrece esta fuente de energía. Una preocupación que se detecta en las opiniones públicas de todos los países con plantas nucleares, en la reacciones mostradas por sus responsables políticos y también en la cotización bursátil de las empresas titulares de las mismas. La decisión del Gobierno alemán de una moratoria de tres meses para una ley aprobada el año pasado que prorroga la vida útil de sus centrales, la reunión de los titulares de Medio Ambiente de la UE celebrada ayer y la cita para hoy de una cumbre de los ministros de Industria junto a responsables del sector así lo atestigua. Los graves daños provocados por el terremoto y el posterior tsunami en los tres reactores de Fukushima constituyen un accidente provocado por un factor ajeno a su funcionamiento y excepcional por su magnitud. Basta con recordar que el seísmo desplazó la isla principal de Japón 2,4 metros. De modo que al mismo tiempo que se manifiesta la lógica inquietud social y política por la seguridad de las instalaciones nucleares cabe concluir que hasta el momento una central sometida tan de lleno al doble impacto de un seísmo y de un tsunami ha demostrado una notable capacidad de resistencia en cuanto a la contención de su potencial destructivo y contaminante. El hecho de que las especificaciones técnicas de las centrales instaladas en el mundo difieran en todo caso por el año de su construcción, y no tanto por su ubicación cercana o lejana a las regiones proclives a movimientos tectónicos, constituye un motivo que, a la vez que obliga a perseverar en la seguridad de tales plantas, tranquiliza respecto a aquellas instaladas en zonas de bajo riesgo sísmico. En pocas semanas el mundo desarrollado ha conocido acontecimientos que aumentan la sensación de incertidumbre en el que deberán vivir las sociedades y adoptar decisiones los gobiernos respecto a la energía como base del crecimiento y la prosperidad. Por eso es necesario que tanto las instituciones nacionales como las internacionales eviten adoptar medidas en caliente que hipotequen el futuro inmediato a partir de una información todavía insuficiente y promuevan una reflexión a fondo acompañada de iniciativas preventivas.