cultura

Al rescate de Franz Kafka

Los admiradores del escritor praguense buscan en subastas un centenar de cartas legadas a su amigo Max Brod

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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La sociedad de amigos de Franz Kafka (Praga, 1883; Kierling, Austria, 1924) de la República Checa ha puesto en marcha una serie de preparativos para recuperar más de un centenar de cartas y otros documentos, algunos inéditos, redactados por el escritor checo en lengua alemana. El autor de novelas de fama mundial como 'La metamorfosis', 'El proceso' y 'El castillo' fue un prolijo escritor de cartas dirigidas a personas cercanas a él, como su hermana Ottla -que murió en el campo de exterminio nazi de Auschwitz en 1942- o su amigo y consejero literario Max Brod. Parte de esa herencia literaria se perdió por culpa de las dos guerras mundiales, y nadie tuvo el menor interés en recuperar dicho patrimonio.

Todo lo contrario: Kafka fue un escritor denostado por los partidarios del nacionalsocialismo, porque era judío, y por los comunistas, que lo consideraban un escritor burgués. Junto con los avatares bélicos y dictatoriales, la rapiña de algunos coleccionistas privados contribuyó a la desaparición de muchos documentos escritos por Kafka. Hasta la fecha buena parte de este patrimonio permanece fuera de Chequia. La sociedad de amigos de Franz Kafka ha decidido darle la vuelta a la tortilla. Su objetivo inmediato es comprar en una pública subasta que se celebrará en Berlín las citas cartas y demás correspondencia. El precio de este lote oscila entre los 500.000 y 700.000 euros Esta asociación ha pedido la ayuda de los ministerios de Asuntos Exteriores y de Cultura checos y del gobernador del Banco Nacional para alcanzar este objetivo.

La presidenta de la sociedad, Markéta Malisová, explicó a la emisora 'Radio Praga' que en las cartas, Franz Kafka expresa sus sentimientos más profundos: «Leyéndolas nos podemos hacer una idea más ajustada de Kafka. No son solo cartas sino composiciones literarias y ejemplos de una prosa cuidadosamente escrita». Malisová piensa que las cartas salieron del país en los años 60 del pasado siglo. Desgraciadamente, según destaca Malisová, «Kafka fue un autor muy descuidado» en la Checoslovaquia comunista, en parte porque el antisemitismo que imperó en la región después de la Segunda Guerra Mundial contribuyó a ello.

«Por eso muchos documentos acabaron en manos de coleccionistas privados o en el Archivo Literario Alemán en Marbach», se lamenta la directora de esta sociedad. Los admiradores del escritor checo son conscientes de que en época de crisis y austeridad la cultura puede salir perjudicada, pero Malisová cree que su país «no se puede permitir el lujo de no recuperar lo que es suyo», porque «Kafka es como un monumento cultural de la nación y de Praga. En el exterior, Franz Kafka es tan importante como Antonín Dvorák y Václav Havel».

Max Brod legó a su muerte los manuscritos del escritor praguense a su secretaria y amante, Esther Hoffe. El amigo íntimo de Kafka no los quiso quemar, como le había pedido el escritor. Hoffe los legó a sus hijas, a pesar de que Brod en su testamento expresó el deseo de que estos documentos quedaran en manos de la Biblioteca Municipal de Tel Aviv o alguna de las instituciones públicas de Israel. El Estado hebreo inició un proceso contra las hermanas Hoffe después de que una de ellas sufriera un robo en su casa en el que desapareció parte del legado literario de Kafka.