Una estrella sin chabola

Convertirse en una estrella fugaz del firmamento de Hollywood no garantiza un techo bajo el que cobijarse. Ni siquiera uno construido con tablas y restos de uralita. Que se lo pregunten a Rubina Ali, la niña que dio vida a la joven Latika en 'Slumdog Millionaire'. De nada le han servido los ocho Oscar que cosechó la película de Danny Boyle hace dos años, ni los 285 millones de euros largos que se han embolsado los productores de la cinta. Un incendio ha acabado con la infravivienda en la que continuaba residiendo, en la barriada de Garib Nagar de Bombay, y ahora toda su familia está en la calle.

No les falta compañía, porque el fuego devoró cientos de chabolas como las que plasmó el director británico en el filme que llevó a Rubina hasta la alfombra roja de Los Ángeles. Ahora, la joven tendrá que conformarse con los recuerdos de aquel sueño, porque las llamas han reducido a ceniza todo lo que atesoraba. «Lo he perdido todo. Los premios, las copias de los periódicos, las fotografías y hasta el vestido que llevé en los Oscar. Solo nos queda lo puesto», se lamenta Rubina. Afortunadamente, nadie resultó herido, pero la familia sigue durmiendo a la intemperie, arropada solo por una manta. «De momento, nadie ha acudido a ayudarnos», añade.

No obstante, si se cumplen las promesas que llueven estos días, este podría ser el último episodio dramático de la vida de esta adolescente de 12 años. Según los responsables del fondo Jai Ho, que fue establecido para cuidar de las necesidades básicas de los jóvenes protagonistas y que toma su nombre de la principal canción de la película, Rubina se mudará en un par de meses a Bandra, uno de los barrios más 'chic' de la capital económica de India.

Allí disfrutará del otro lado de la moneda. Estará rodeada de todas las estrellas de Bollywood y se reencontrará con Azharuddin, el niño que dio vida a Salim y al que no tardaron en reubicar para evitar el acoso de la prensa, que ya poco después del estreno de 'Slumdog Millionaire' se hizo eco de la precaria situación en la que continuaban viviendo sus jóvenes protagonistas.

Una educación decente

Según el propio Danny Boyle, ambos niños recibirían una educación decente y 20 libras esterlinas (unos 23 euros) al mes para sus gastos. Por otro lado, el fondo Jai Ho administraría una suma de dinero desconocida para que, al cumplir los 18, fuese entregada a sus destinatarios con los intereses correspondientes. Así, el director pretendía aplacar la ira desatada por el hecho de que Rubina solo recibiera unos 600 euros por su trabajo durante un mes de rodaje, pero consiguió provocar una batalla familiar por la custodia de la niña, que la madre biológica se lanzó a reclamar para hacerse con el botín.

De momento, a Rubina no le sobra el dinero y ahora su familia es una más de entre los cuatro millones que viven en las barriadas de Bombay. Se enfrentan a incendios, enfermedades, mafias y una constelación de fantasmas que no hace excepciones con las estrellas del celuloide.