El tsunami devastó la ciudad de Onagawa. :: EFE
MUNDO

Las secuelas de una catástrofe atómica

Si los reactores de alguna de sus centrales revientan dejarán un enorme agujero radiactivo muy cerca de Tokio

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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Las informaciones de las que ayer disponía la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) aseguraban que el núcleo del reactor 1 de la central nuclear de Fukushima se había fundido parcialmente y el reactor 3, de un total de seis, llevaba el mismo camino. Hay además otras tres centrales en el país con problemas. Las averías se deben a la parada del mecanismo de refrigeración como consecuencia del corte eléctrico provocado por el terremoto.

El sábado se produjo ya una explosión en el reactor 1 de Fukushima, con escape de vapor contaminado, y ayer se estudiaba provocar una fuga controlada en su reactor 3 para aliviar la presión dentro del reactor. Pero lo que preocupa a los especialistas rusos es que se funda completamente el núcleo de uno o de los dos reactores y reviente la carcasa, lo que liberaría a la atmósfera una cantidad considerable de material radiactivo.

En el caso de la central ucraniana de Chernóbil, la explosión acaecida el 26 de abril de 1986 en su reactor número 4 dejó escapar 50 toneladas de isótopos de uranio, plutonio, cesio, estroncio, yodo y americio, algunos con una vida media de decenas de miles de años. Se tardó 10 días en taponar la fuga.

La superficie contaminada es actualmente de unos 150.000 kilómetros cuadrados, la mitad de Italia, y continuará en ese estado durante mucho tiempo. La cantidad de radiactividad liberada fue equivalente a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima.

El resultado es que sigue vigente un área de exclusión de un radio de 30 kilómetros alrededor de Chernóbil, en donde no vive nadie salvo unos pocos ancianos. Esa «zona muerta» incluye la ciudad de Prípiats, completamente abandonada y en donde llegaron a vivir 50.000 personas. Allí residían los trabajadores de la central y hoy ofrece un aspecto fantasmal con sus calles y edificios invadidos por la vegetación.

Falló también el sistema de refrigeración, aunque el corte eléctrico fue consecuencia de un experimento deliberado para comprobar si con solo el generador de emergencia la central podría funcionar. Se trataba así de determinar qué pasaría en caso de una guerra o una catástrofe natural y lo que pasó es que se perdió el control de la reacción en cadena.

El académico ruso, Evgueni Vélijov, presidente del centro de energía nuclear Kurchátov de Moscú y uno de los responsables que dirigieron los equipos encargados de detener la fuga de Chernóbil desdramatiza lo que está sucediendo en Japón y cree que no se repetirá algo tan terrible como el accidente de la central ucraniana.

En declaraciones a la agencia rusa ITAR-TASS, Vélijov sostiene que los reactores de las centrales japonesas no tienen nada que ver con los de Chernóbil y el contenido que escupirían a la atmósfera, en caso de que se funda el núcleo del reactor, no sería tan letal. Sin embargo, a juicio del jefe del Servicio Sanitario ruso, Guennadi Oníshenko, «hay preocupación» en los territorios del país cercanos a Japón, en la islas de Sajalín y en la Kuriles. Y eso pese a estar relativamente lejos de las centrales japonesas afectadas.

A tiempo

De momento, algo que los japoneses llevan ganado en comparación con los habitantes de las localidades cercanas a Chernóbil en 1986 es que la evacuación ya se ha llevado a cabo en el entorno de Fukushima. Han sido desplazadas unas 200.000 personas. De Chernóbil y sus alrededores fueron evacuadas 116.000 habitantes, pero al día siguiente de la catástrofe, cuando la radiación ya se había metido en sus casas. Después abandonarían la zona otros 230.000.

Nadie, salvo contadas personas de avanzada edad, ha recibido permiso para volver a establecerse definitivamente en los territorios contaminados. Las viviendas de Prípiats están todavía llenas de muebles y enseres que sus dueños siguen sin poder recuperar. Lo mismo sucedería en Japón si las cosas se desarrollasen según el peor de los escenarios.

En la URSS, sin embargo, hubo serios problemas para encontrar acomodo a los evacuados de Chernóbil y muchos de ellos estuvieron durante años sin casa ni trabajo, algo que probablemente no suceda en el caso nipón.

En cuanto a los problemas de índole sanitaria, 25 años después del accidente de Chernóbil sigue sin saberse con exactitud cuáles fueron sus auténticas secuelas. En la comunidad científica no hay unanimidad al respecto. Las cifras de fallecidos oscilan entre algo más del medio centenar hasta los más de 200.000 que declaran los miembros de Greenpeace.