El Señor del Amparo, el gran desconocido. :: JUAN CARLOS CORCHADO
Jerez

Besapiés del domingo de Cuaresma

Las hermandades muestran su apuesta definitiva esta Cuaresma por un cambio en la estética de los besamanos

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Hacía falta que las cofradías comprendieran que el culto es un pilar fundamental en su vida diaria, que carecerían de sentido si no aplicaran el mayor de sus esfuerzos en potenciar la devoción de sus imágenes titulares. Y poco a poco esta impresión va calando entre las hermandades jerezanas, que pese a la crisis que arrasa a las corporaciones, están fomentando nuevas ideas y formatos para estos ejercicios piadosos tan propios de la Cuaresma. Siete fueron las alternativas que tuvieron ayer los cofrades, y las siete con calidad suficiente para desafiar las inclemencias meteorológicas que se presentaron, principalmente a media tarde. En San Juan de Letrán, Jesús apareció con sus potencias de oro y brillantes y el túnico de las Avefrías, en otro magistral esfuerzo de la mayordomía de la hermandad por conseguir unir la devoción y la estética en el Nazareno. Un precioso besapiés que antecede en el tiempo al besamanos más esperado en San Juan, el de la Señora del Traspaso, recién restaurada por Ressur. Justo enfrente se produjo la mayor sorpresa del primer domingo de Cuaresma, ya que el altar de Santo Domingo era un ascua de luz gracias al delicioso montaje que compuso la mayordomía de la hermandad de la Oración en el Huerto. Espectacular, más propio de otras épocas. Todo un acierto de la hermandad que preside José Manuel Medina Lechuga. En los barrios, en la periferia, las cofradías optaron por besamanos sencillos, pero elegantes, como el de la Clemencia, con Salud y Esperanza arriba, coronando el altar, o el Soberano Poder, con la música de Taizé invitando a la oración. En el Consuelo, el Señor del Amparo se hizo dueño de la capilla de la hermandad con un coqueto besamanos que exprimía al máximo las posibilidades del templo y en Madre de Dios, Amor y Sacrificio. Por último, la sobriedad de la Esperanza de San Francisco, como hermoso contrapunto.