José Luis Rodríguez Zapatero discute con José Manuel Durao Barroso durante la cumbre europea de ayer en Bruselas. :: EFE
Economia

La zona euro consagra la vinculación entre salarios y productividad de los trabajadores

Zapatero avala el nuevo Pacto del Euro exigido por Alemania, que contempla más ajustes para asegurar la estabilidad económica

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Alemania se ha salido con la suya a medias. Los 17 países del Eurogrupo han alcanzado un consenso básico sobre el Pacto de Competitividad abanderado por Berlín para garantizar la estabilidad de la moneda única. El acuerdo, sin embargo, suaviza las propuestas germanas e incluso rebautiza el nombre del conjunto de medidas -pasa a llamarse Pacto del Euro- para diluir la impresión de imposición de Angela Merkel. El paquete de iniciativas consagra la unión de salarios y productividad, aunque no se obliga a los países a eliminar las revisiones anuales en función del aumento del IPC.

El nuevo Pacto del Euro supone en buena medida la exportación de la exitosa receta económica aplicada por Alemania al resto de socios comunitarios. El Gobierno de Merkel se convenció de que Europa debía seguir sus pasos para disipar las presiones de los mercados y prevenir nuevas crisis. Para ello, a principios de febrero reclamó con el respaldo de Francia una batería de medidas enfocadas a fomentar la competitividad de la Eurozona. Berlín ponía el acento especialmente en controlar al máximo la evolución de los salarios, fijar por ley un límite para el déficit público y ajustar la edad de jubilación a los patrones demográficos.

El paquete de medidas propició, en un principio, un fuerte rechazo de varios países que se rebelaron especialmente contra la posibilidad de enterrar las revisiones automáticas de los sueldos según la subida del IPC. Alemania, que probablemente apostó desde el principio por una propuesta de máximos, ha modulado sus exigencias hasta llegar al acuerdo de ayer. El documento compromete a los socios a vincular salarios y productividad, pero se matiza que «respetando las tradiciones nacionales de diálogo social». La fórmula a seguir consiste en «monitorizar» los costes unitarios laborales y compararlos a nivel europeo y mundial.

«Eliminar rigideces»

José Luis Rodríguez Zapatero parece decidido a abrazar los fundamentos del Pacto del Euro. En una carta remitida al resto de socios comunitarios, el presidente apuesta por «alinear salarios y productividad» para asegurar la «estabilidad» y mejorar los cimientos de las economías comunitarias. El líder socialista aboga incluso por asumir «compromisos concretos en materia de evolución de costes y productividad», en total sintonía con las propuestas de Alemania. La misiva subraya también la necesidad de «eliminar rigideces en las economías domésticas» para agilizar la creación de empleo.

El claro respaldo de España al acuerdo comunitario, sin embargo, no implica renunciar al diálogo social como eje para revisar los salarios. Según fuentes del Ejecutivo, patronal y sindicatos son los responsables de fijar las evoluciones de los sueldos en España. Los agentes sociales precisamente tienen de plazo hasta el día 19 para alcanzar un acuerdo en el modelo de negociación colectiva, un apartado que también recoge el Pacto del Euro con un llamamiento claro a la descentralización del diálogo social.

El acuerdo del Eurogrupo, que con seguridad será aprobado formalmente en otra cumbre a finales de mes, no solo sienta las bases para la moderación salarial. Los socios de la divisa única respaldan recortar la fiscalidad sobre el empleo y trasladarla a otros campos como el consumo. En cuanto a la armonización del impuesto de sociedades, se opta por una negociación más relajada.

Los plazos para poner en marcha las medidas no dan mucho margen a los gobiernos. Tras analizar en detalle su contenido, los socios deberán elegir los puntos en los que tienen más problemas y presentar sus propuestas de reformas en la cumbre de finales de mes o antes de junio. Como se trata de un pacto intergubernamental, los propios Ejecutivos se examinarán cada año.

La cumbre también sirvió para analizar la situación de los planes de rescate de Grecia e Irlanda, que reclaman una flexibilización en las condiciones para devolver los préstamos. Además, no pasaron inadvertidos los duros ajustes presentados por Portugal. El Gobierno luso, siguiendo el dictado de Alemania, anunció nuevos recortes para reducir su déficit otros 3,7 puntos entre 2012 y 2013, hasta dejarlo en el 2% del PIB en el segundo año.