La salida de un etarra de Puerto I se convierte en una exaltación abertzale
José Ángel Etxezarreta fue recibido por un grupo de simpatizantes que lanzaron proclamas a favor de la liberación de los presos de la banda
Actualizado: GuardarExtraño como un pato en el Manzanares, que diría Joaquín Sabina. Con esta frase se puede describir lo vivido ayer por la mañana en la entrada de los centros penitenciarios Puerto I y II. La excarcelación de un etarra se convirtió en un acto de exaltación abertzale poco común por estas tierras. Los rostros de perplejidad de familiares de presos que acudían a las visitas programadas daban fe de ello. Más acostumbrados parecían los integrantes del operativo policial que vigilaban de cerca al grupo de manifestantes. Lo mismo ocurría con los funcionarios de prisiones. Si bien, algunos de ellos reconocían entre dientes que ese tipo de celebraciones parecían haber desaparecido con el aparente ocaso de la banda sanguinaria. Ayer nadie habría apostado por el final definitivo de ETA. Se oyeron las consignas de siempre, a favor de la liberación de unos presos, a los que siguen definiendo de represaliados políticos. Ni una palabra de las decenas y decenas de muertos que los etarras han dejado en sus décadas de vida.
El protagonista central de un acto solo previsto por los cuerpos policiales era José Ángel Etxezarreta Manzisidor, quien ayer abandonaba la prisión de Puerto I tras cumplir 13 años de condena como colaborador del extinguido comando Araba. Al grito de «Joseba lehendakari», el terrorista fue recibido por un grupo de familiares y amigos que no ahorraron en simbología independentista. Además de ikurriñas (banderas oficiales del País Vasco), una treintena de manifestantes mostraron también pancartas con fotografías de otros presos de la banda, reclamando su excarcelación, y del colectivo etxera, que aglutina a los familiares de los reclusos de la banda. Esta misma asociación denunció el año pasado a través de internet que los familiares de Etxezarreta no habían podido ver al recluso en un vis a vis al negarse a ser sometidos, a su juicio, a «cacheos humillantes». Con esa definición se refieren a los registros que los funcionarios realizan a las personas que visitan a reclusos de especial seguimiento.
Vítores en lengua vasca cuando pasadas las diez y media de la mañana, Etxezarreta Manzisidor salía de Puerto I, una de las pocas prisiones españoles que alberga solo a internos de primer grado, los clasificados como más conflictivos.
Fuentes de la lucha antiterrorista explicaron a este medio que este tipo de actos forman parte de los rituales típicos de exaltación abertzale, comunes en el País Vasco, pero una auténtica rareza al otro lado de la geografía española en esta etapa de aparente aletargamiento de la banda. Entre otras cosas, porque las prisiones portuenses están a más de 900 kilómetros de los lugares de origen de los terroristas y la infraestructura para el desplazamiento no es tan fácil.
Otra excarcelación
Prueba de ello es que el pasado miércoles, un joven vinculado a la guerrilla callejera de la kale borroka y, por tanto, integrado en la órbita de ETA, salió de Puerto I sin hacer ruido. A Unai Mallabia Sánchez, condenado en 2005 por la Audiencia Nacional a siete años y nueve meses de cárcel por calcinar un autobús en plena calle de Bilbao, no le esperaba nadie. Después de cruzar el umbral de salida del penal portuense, se desplazó hasta el centro de El Puerto donde se alojó una noche en un hostal. Al día siguiente cogió camino hacia Bilbao.
Las mismas fuentes consultadas confirmaron a este medio que a estas dos excarcelaciones en menos de una semana le seguirán otras previstas en los centros penitenciarios de la provincia. Los cumplimientos de condena, en estos casos, son la única razón.
La parafernalia que los manifestantes desplegaron ayer incluyó un aurresku; una danza típica vasca que se baila a modo de reverencia. En este caso, el homenajeado era José Ángel Etxezarreta, quien de manera solemne recibió el gesto para después ser engullido por una maraña de abrazos y besos nada más cruzar la barrera de acceso. De ahí al brindis con txacoli, la entrega de un ramo de flores y los aplausos. Parecía la estampa típica del héroe que regresa tras la contienda.
De cerca les vigilaban más de una docena de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) del Cuerpo Nacional de Policía. Los conocidos antidisturbios, con base en Sevilla, que se han desplazado estos días con motivo del Carnaval a la capital gaditana. La lucha antiterrorista sabía de esta convocatoria y los cuerpos policiales, incluida la Guardia Civil que trabajó ayer de forma más discreta, esperaba a los manifestantes horas antes de su llegada. El traslado lo efectuaron en un autobús que habían alquilado. Antes de concentrarse en la entrada de los centros penitenciarios, hicieron una primera parada en una venta próxima, donde llevarían después al etarra excarcelado. La simbología abertzale que les acompañaba no pasó desapercibida para algunos conductores que desde sus coches les profirieron insultos, pero poco más.
Tras el desayuno y con su compañero de filas ya en libertad, el grupo volvió a montarse en el autobús que los devolvería al País Vasco.