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El sueño adolescente

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Andan preocupados neurólogos y psiquiatras por las repercusiones que están teniendo los hábitos y estilos de vida actuales de nuestros adolescentes en su estado de salud. No son pocas las variables a analizar: hábitos dietéticos y comportamiento alimentario, sedentarismo, hábitos poco saludables en relación al consumo de alcohol, tabaco, fármacos y otras drogas, comportamientos de riesgo en diversos campos, desorientación, trastornos de atención y fracaso escolar, acoso cibernético, situaciones violentas, etc.

Estos adolescentes no son diferentes a los de otras épocas, ni siquiera en la valoración de sus propias prioridades, pero ciertos cambios sociales les están afectando notablemente causándoles importantes perjuicios. Si atendemos a su estructuración familiar, a la confusión generada en el sistema educativo por los constantes cambios normativos y por la relativización y disminución de su influencia respecto a la de otros agentes socializadores como los medios de comunicación, y a la nueva realidad creada por las tecnologías de la información, estaríamos acercándonos a algunas claves para su explicación.

Pero hoy sólo quiero llamar la atención sobre un problema que trae en jaque a los neurofisiólogos: la excesiva cantidad de tiempo que dedican los adolescentes a los nuevos medios electrónicos de comunicación, muy especialmente en horas nocturnas. Es muy frecuente que una gran parte de los chicos y chicas de esas edades dispongan en su habitación de ordenador, teléfono móvil y televisión a la carta, y asimismo, al margen de estudiar con todos estos dispositivos conectados, suele ocurrir que se van a la cama después de apagar una pantalla tras estar sometidos varias horas a su emisión fotoeléctrica. Además duermen unas cuantas horas menos, alterando los ciclos del sueño.

Se sabe que la adolescencia es una etapa fundamental en el desarrollo de la personalidad, y existe una notable inquietud por los problemas de salud mental que están incidiendo en los adolescentes. Muchos de estos problemas son debidos a ese déficit de calidad y de cantidad de sueño que ya afecta a cerca del 70% de nuestros adolescentes. El sueño ejerce una muy necesaria función reparadora a nivel cerebral, y si no se duerme lo suficiente se puede producir una sobreexcitación neuronal.

Apuntan recientes estudios que el uso del ordenador, la videoconsola o el teléfono móvil antes de ir a dormir dificulta una buena conciliación del sueño así como la atención de los adolescentes a la mañana siguiente en los centros escolares, y aumenta el riesgo de padecer problemas neurocognitivos. Ante esta situación se presenta una disyuntiva: o recuperamos los hábitos domésticos saludables, o tendremos que cambiar los horarios escolares retrasándolos o recortándolos (me temo que con el tiempo ocurrirá esto último).