DIEGUITO, EL ARTISTA TRANQUILO
Actualizado: GuardarDiego Garrido, Dieguito de la Margara, jerezano. Bailaor jerezano y futbolista, o al contrario. El pasado domingo, sin tener que venir a cuento de nada, Estudio Estadio rescataba dos goles suyos con la elástica del Cádiz al Castellón «donde siempre mojaba». Su caso especial forma parte de la historia del Cádiz, donde militó 6 temporadas desde el verano de 1981, y donde de un zapatazo hizo el gol que valdría el primer Trofeo Carranza, y también del Xerez, donde conseguiría nueve años más tarde el primer gol oficial en Chapín ante el Mollerussa. Humilde, pacificador, todo corazón, Dieguito encarna la esencia del fútbol sin rivalidades de locos. Como profesional fue pieza clave del mejor Cádiz que se recuerda, como falso extremo y mediapunta, junto a los Mejías, Francis o Mágico. Como xerecista, también aquí destapó el tarro de las esencias, haciendo quiebros, con compás gitano, en una baldosa. Desvinculado del fútbol, pero con carné de entrenador, es admirado allí y aquí. Desde hace más de 10 años vive alejado del ruido futbolero y de su perímetro de vanidades. Ejerce dignamente como celador municipal en La Juventud, siendo testigo de la historia anónima de los chicos que empiezan o de los mayores que aún juegan entre amigos o desconocidos para ir contra la edad. Sin hacer aspavientos los mira desde la banda, y sonríe para sus adentros. Sus pensamientos valen oro, pero más vale lo que calla. Él, que puede presumir de haber sido un héroe y de haber hecho historia con dos equipos rivales (pero que la política y el mercado quiere convertir en enemigos), es el mejor ejemplo de que la verdad es cuestión de estilo, y de saber estar. Resistir contra el paso del tiempo y las modas sigue siendo sinónimo de victoria. Dieguito sigue siendo un ganador, le brillan los ojos cuando, sin presumir un ápice, explica aquellos goles imposibles que hizo, aquellos momentos épicos, aquellas tardes rabiosas de los ochenta. Recordar es volver a pasar por el corazón. Qué bueno que nos recordaran a Dieguito por sorpresa y que el azar me lo pusiera al día siguiente en el camino.