Economia

Los sindicatos de Aena dinamitan la Semana Santa y el verano con 22 días de huelga

Protestan por la privatización del ente público, al entender que perderán derechos cuando lleguen las empresas privadas

MADRID. Actualizado: Guardar
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El negocio turístico no consigue levantar cabeza mientras al ministro de Fomento se le multiplican los problemas en los aeropuertos. Tras el caos provocado por los controladores el pasado diciembre, ahora el órdago llega de la mano de los sindicatos 'tradicionales' de Aena que, en protesta por la privatización parcial de la empresa pública, han convocado nada menos que veintidós días de huelga entre el 20 de abril y finales de agosto. Un enorme golpe para hoteles, aerolíneas, alquiladoras de coches y, en general, para el sector servicios, que temen ahora quedarse sin Semana Santa ni verano. El negocio augura «consecuencias irreparables», justo ahora que los problemas en Túnez y Egipto le daban algo de oxígeno.

Crispados por la falta de información sobre la privatización y sobre su futura situación laboral cuando Aena deje en manos de concesionarias privadas la gestión de los grandes aeropuertos, los sindicatos advierten de que no aceptarán servicios mínimos del 100%. Por supuesto, no habrá problemas en los vuelos de Estado o los que se dedican al transporte de órganos para trasplantes. «Somos conscientes del impacto y del perjuicio a la ciudadanía, pero queremos que todo el mundo sepa que ganamos de 1.200 a 2.000 euros, no 300.000 como otros», explicaron los representantes de UGT, CC OO y USO.

Los sindicatos arremeten contra el «arrogante y mentiroso» José Blanco, y advierten de que será suya, y del presidente del Gobierno, toda la responsabilidad por los daños que puedan provocar los paros. Aseguran que han tratado de negociar con Aena y que no han recibido respuesta alguna: «No ha habido manera de llegar a un acuerdo, la pelota está en su tejado».

«Es incapaz de buscar soluciones porque él es parte del problema», añaden en referencia a Blanco, al tiempo que aseguran que renunciaron a realizar paros en Navidades por «responsabilidad» y confiados en que el Gobierno daría una respuesta a sus preguntas.

Los portavoces de los tres sindicatos afirman que «la privatización no ha sido más que titulares en prensa», y que todo está aún por definir. Todo, dicen, menos el peligro de perder el confortable 'paraguas' de ser personal laboral de la Administración. Lo cierto es que Aena no tiene claro cómo será la privatización, y busca a las empresas que le asesoren a definir el proceso.

Los sindicatos denuncian que el régimen concesional de Barajas y El Prat supondrá «la entrega a los privados de la 'joya de la corona' de la empresa, en la que hemos invertido 16.000 millones de todos los españoles». Temen que los nuevos dueños echen por tierra sus derechos y condiciones laborales en busca de la mayor rentabilidad posible. «Si no hacemos huelga ahora será pan para hoy y hambre para mañana», sentencian.

Intereses ocultos

Los representantes de los 12.000 trabajadores de Aena se preguntan qué intereses ocultos existen y cuáles son los grupos de presión beneficiados por una privatización «que perjudica a los usuarios, los ciudadanos y los trabajadores» y que provocará «el cierre de muchas instalaciones a menos que las comunidades autónomas se brinden a pagar los gastos vía impuestos». La venta prevista del 49% de la empresa puede incluso poner en peligro, añaden los huelguistas, la seguridad de las operaciones.

Minutos después de la convocatoria, el presidente del ente público, Juan Lema, y el propio Blanco trataron de calmar los ánimos y anunciaron un encuentro el próximo jueves. El ministro garantizó el máximo esfuerzo por reconducir la situación para «evitar una convocatoria que se puede evitar», y aseguró que se no hay razón para la inquietud de los trabajadores, puesto que el Gobierno va a «respetar y consolidar los derechos de todos los trabajadores». «Estamos dispuestos a conversar para alcanzar un acuerdo, que tendría que ser rápido, porque una huelga en esas fechas podría perjudicar los intereses económicos de España», concluyó José Blanco.