Sociedad

La esperanza de Miki

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AMiki Roqué (Tremp, Lérida, 1988) se le vino el mundo encima el pasado jueves, 3 de marzo. Llevaba unos días con molestias difusas en la espalda y los servicios médicos de su club, el Real Betis Balompié, decidieron someterlo a examen clínico. Miki pensaba que sería poca cosa: quizá una lumbalgia, una hernia especialmente incordiona o tal vez alguna de esas misteriosas lesiones musculares que suelen padecer los futbolistas. Pero, cuando le leyeron el diagnóstico, quedó estupefacto. Tenía cáncer. Cáncer de pelvis.

El 4 de marzo, todavía sin acabar de digerir la noticia, Miki convocó a los periodistas. Arropado por el presidente del club verdiblanco, Rafa Gordillo, por su entrenador, Pepe Mel, y por todos sus compañeros, visiblemente aterrados, Miki Roqué trató de mostrarse sereno, pero se hizo un lío, confundió la clavícula con la pelvis y acabó emocionándose. El médico del Betis, Tomás Calero, aclaró los pormenores del caso: Miki padecía un cáncer de pelvis, de grado uno-dos (incipiente), con buen pronóstico, pero que requería una operación inmediata. Debía dejar el fútbol, al menos por esta temporada.

De esta manera tan abrupta, casi criminal, se frenaba la veloz progresión de un defensa central al que nunca le arredró el miedo. Por eso decidió fichar por el Liverpool cuando era poco más que un chavalín y por eso llegó a debutar en Liga de Campeones, frente al Galatasaray turco, con apenas 17 años. Luego aceptó sucesivas cesiones al Oldham Athletic, al Xerez y al Cartagena, donde fue aprendiendo los rudimentos de su oficio. El Betis lo fichó al comienzo de esta temporada, con la idea de que Miki, que todavía tiene 22 años, se fogueara en el filial y si acaso echara una mano en los entrenamientos. Pero Pepe Mel, técnico verdiblanco, vio sus cualidades, comprobó su arrojo y decidió atornillarlo en el primer equipo. Convertido en defensa titular, Miki Roqué veía cómo la vida desplegaba ante él un futuro espumoso: tenía a tiro el ascenso a Primera División y su impecable trabajo estaba llamando la atención de equipos tan seductores y potentes como el Villarreal o el Barcelona.

Y ahora, de repente, se le ha cruzado un cáncer.

Cuando pase el primer trago y Miki comience a digerir su situación, al defensa ilerdense quizá le convenga repasar la lista de los futbolistas que le han antecedido en la lucha contra la enfermedad maldita. Si lo hace, no solo se dará cuenta de que otros muchos han debido lidiar con semejante toro, sino que comprobará que casi todos han salido triunfantes. José Francisco Molina, Arjen Robben, 'Mono' Burgos, Lubo Penev, Sergio Aragoneses, el danés Ebbe Sand... todos ellos han superado un cáncer, han vuelto a trotar por el césped e incluso han recobrado un nivel igual o superior al que antes habían mostrado. Todos ellos demuestran que, más allá de las buenas palabras habituales, Miki Roqué tiene motivos para la esperanza.

«Espíritu alto»

A José Francisco Molina (Valencia, 1970), que hoy entrena al Villarreal C, la noticia maldita le sorprendió en octubre de 2002, cuando guardaba la portería del Deportivo de la Coruña. Los médicos le comunicaron que sufría un cáncer de testículo. «Es un golpe duro. Al principio, te sientes confundido. No sabes muy bien qué va a pasar, qué hay que hacer, si todo va a salir bien... Sientes una gran incertidumbre», señala Molina.

El portero valenciano se sometió a varias sesiones de quimioterapia y regresó al césped seis meses después de haber anunciado su retirada indefinida. El José Molina que volvió a calzarse los guantes era, en muchos sentidos, un hombre distinto: «Una experiencia así te cambia, eso está claro -recuerda-. A mí, me permitió disfrutar mucho más de la vida y del fútbol. La escala de valores cambia por completo y los cuatro años que me quedaban como profesional (se retiró en el Levante, en 2007) los viví con mucha mayor intensidad».

Otro portero, Sergio Aragoneses (Pontevedra, 1977), que ahora juega en el Tenerife, se topó con el cáncer de testículo en dos ocasiones. Se operó en 2005. Todo fue bien. Creyó haberse recuperado, pero sufrió una recaída año y medio más tarde. «Esa segunda vez fue durísima», declaró al 'Diario de Avisos' de Tenerife. «De inmediato me llegaron a la cabeza imágenes de personas que no lo superaron, pero luego supe que debía tener una mentalidad positiva, un espíritu alto. Eso es fundamental», subraya.

Miki Roqué todavía está conmocionado, pero sus compañeros aseguran que es un tipo «fuerte», con entereza suficiente para soportar la enfermedad y derrotarla. «Está muy animado», enfatizó Rafa Gordillo, aunque sus palabras contrastaban con las lágrimas que, en ese momento, caían por el rostro de Miki. «El optimismo es positivo en cualquier circunstancia y en las suyas, más aún. Pero no olvidemos que hay cosas todavía más importantes, como los médicos y la medicina», sentencia Molina.

A casi todos los futbolistas que han padecido cáncer les encontraron un tumor maligno en los testículos. No hay que buscar ninguna explicación extraña, según el médico malagueño Emilio Alba, presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica: «Es el tumor más frecuente en los hombres de 15 a 35 años. Ésa es la razón por la que vemos cómo la mayoría de los deportistas hombres padecen ese tipo de cáncer. Pero no hay ninguna predisposición especial por practicar tal o cual deporte». El de Miki Roqué se sale de la norma, aunque de momento no sepamos cuál es el órgano directamente afectado: «La pelvis -indica Alba- es una mera localización anatómica. En esa región, está la próstata, la vejiga, el recto, varios músculos...». También se escapó de la corriente habitual el del 'Mono' Burgos, el pintoresco portero del Atlético de Madrid que ejercía como músico de rock en sus ratos libres. Germán Burgos superó un tumor en el riñón, aunque él mismo intuyó que la maldición le había caído «por fumar desde muy joven».

Miki Roqué todavía no ha decidido dónde operarse. Le queda por delante una batalla áspera y seguramente larga. Pero tiene motivos para la esperanza.