El espectáculo, muy sencillo, fue un recital en el que Poveda sólo apareció acompañado de sus músicos y las voces amigas de Grilo, García de Soria y Lavi. :: E. CORRALES
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El ídolo Poveda lleva al éxtasis al público del Villamarta

Jerez se rinde al talento del cantaor que anoche demostró una vez más por qué está revolucionando el panorama flamenco actual con un 'humilde' homenaje a las grandes figuras del arte jondo

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En apenas 24 horas hemos podido presenciar el significado del fenómeno fan. Anteanoche en la sala Tío Zappa, una legión de incondicionales a Juan Moneo 'El Torta' vibraron con sus cantes, al margen de sus resultados. Anoche le tocó el turno a Miguel Poveda. Entramos en la 'Era Poveda', en el resurgir de un nuevo flamenco. El flamenco 'povedista'. Un nuevo camino que, dejando de lado los gustos, ha revalorizado este arte. Hay que dar gracias al badalonés pues desde hace apenas unos años, su figura y su cante mueven tropas de fans que le siguen incondicionalmente haga lo que haga. Con una dilatada trayectoria a sus espaldas, a pesar de su corta edad, se impuso como el cantaor flamenco más admirado. Su nuevo espectáculo, en una versión más escueta que la que presentara en la Bienal de Sevilla, no es sino un homenaje al cante flamenco en toda su expresión. Un recorrido antológico por muchos de los estilos de soleás, bulerías, tangos y demás cantes que arrasaron anoche. Un recorrido por los mejores cantaores que ha dado este arte. Un sentido homenaje al flamenco, tratado con el mayor de los respetos. Así se gana la batalla. No hay otra.

La secuencia de sus cantes comenzó cronológicamente. De las tonás a las soleás apolás de Triana, pasando por los pregones y los cantes de trilla. Alegrías y cantiñas que bailó con un graciocismo que levantó pasiones Laura Rozalén, al modo de las gitanas viejas. Polo de Tobalo, de nuevo cantiñas cambiadas a peteneras, haciendo parada en malagueñas de la Peñaranda, las jaberas, los verdiales y taranto del inmenso Miguel Lavi, que cantó como nunca.

Recorrido por las bulerías: de Jerez, Utrera, romanceadas, y homenaje a Terremoto, con pataíta incluida de su hermana Luisa.

Y mirada a la memoria cantaora. Bambino, Mairena, Molina, Valderrama, Marchena, Chacón, Caracol, Porrinas, en apenas cuatro minutos. Inmenso Miguel. Cambio de tercio a los tangos del Titi de Triana.

La guitarra de Chicuelo por bulerías cautivó hasta a los acomodadores, para acordarse Poveda de otro grande, esta vez por fandangos de Enrique Morente y su 'Aurora de Nueva York'. El excesivo fanatismo del público no siempre nos dejó atender la fabulosa secuencia de cantes en los que participaron de forma sobresaliente Carmen Grilo y Esperanza García de Soria, que introdujeron los coros de 'La leyenda del tiempo' de Camarón. Una copla final con el piano de Joan Albert Amargós y fin de fiesta por bulerías, levantaron por enésima vez al teatro. Y es que entramos en la 'Era Poveda'. Sea como fuere, el flamenco está de enhorabuena por concedernos a un cantaor que ha puesto, en estos tiempos y a su manera, el nombre del flamenco en mayúsculas y comienza a arrastrar a las masas. Siendo patrimonio de la humanidad, tenemos ahora uno nuevo: 'Patrimonio Poveda'.