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Javier Latorre o el origen del compás
El bailaor y coreógrafo regresa a los escenarios del Festival ocho años después con un musical basado en el cuento de Philippe Donnier en el que se narra metafóricamente el nacimiento del ritmo
Actualizado: GuardarUna ráfaga de viento hace estornudar al duende. Le arranca una lágrima que cae al suelo. Y en ese sonido pequeño y puntual, en ese estallido de agua, se esconden las raíces del compás. Gota a gota, el llanto se convierte en música involuntaria. El duende crea cadencias, ecos y sonoridades. Sin saberlo, hace flamenco. La imaginación del etnólogo francés Philippe Donnier dibuja así el 'big bang' del ritmo -su explosión primera- en 'El duende y el reloj', un cuento sembrado de metáforas que funciona como una especie de relato del 'Génesis', pero en versión jonda. Ahora, el bailaor y coreógrafo Javier Latorre se ha embarcado en la difícil tarea de convertirlo «en una pieza más cercana al musical que al ballet», en la que se juega «muchas cosas de dentro, y también muchas de fuera». De dentro: «Esfuerzo, dedicación, riesgo y vocación de creatividad». De fuera: «La producción corre por completo a cargo de mi compañía, Requetedanza». O sea: el dinero.
El montaje desarrolla la relación entre dos protagonistas fundamentales: el duende («un personaje entrañable, curioso, inventivo y mago») y el reloj («un viejo gruñón, conservador, con un punto inmovilista, enemigo de la novedad»). Conforme transcurre la historia aparecen en escena distintas figuras relacionadas con el estudio o la reflexión sobre el espacio-tiempo, «los conceptos», las materias de las que, «en el fondo», está hecha la música. Son ellos los que sirven de guías para descubrir las particularidades de cada palo flamenco. Descartes, Einstein, Dalí o Leonardo da Vinci van desgranando ante el público los misterios del tic-tac del reloj, el extraño diapasón que marca las diferencias entre la alegría y la soleá, la guajira o el cabal. Ellos mismos ralentizan el ritmo en los fandangos, y lo aceleran en los cierres festeros. En 'El duende y el reloj' hay música, claro, pero también teatro («un 20% de texto»), marionetas y dibujos animados, a cargo del artista cordobés Antonio Zuera.
«Hace ocho años dije que me despedía del Festival», recordó ayer Latorre. «Espero que no me lo tengan ustedes en cuenta. Lo hice porque no creía que nunca volvería a tener las condiciones físicas necesarias para subirme a un escenario. Hoy peso 20 kilos menos, y estos personajes se adaptan a mis condiciones y a mi nueva forma de bailar. Necesitaba que mi cabeza y mi cuerpo fueran de la mano. Y milagrosamente ha ocurrido. Espero que disfruten tanto como yo lo haré».