Sociedad

Los obispos optan por no hacer mudanza

El arzobispo de Madrid vence en las urnas con una victoria ajustada y se prepara para hacer de la visita del papa un acto de masas Rouco es reelegido presidente de la Conferencia Episcopal, con Blázquez otra vez de segundo

MADRID. Actualizado: Guardar
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Los obispos apostaron ayer por la continuidad al renovar en sus cargos para un nuevo trienio al presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Rouco Varela, y al vicepresidente, Ricardo Blázquez. Con esta votación, Rouco se convierte en el primer mandatario eclesiástico elegido para cuatro trienios, con lo que supera al cardenal Vicente Enrique y Tarancón, quien permaneció diez años al frente de la jerarquía católica (un año en funciones y tres trienios como presidente). Rouco vence en la urnas con una ajustada victoria, con apenas un voto más de los necesarios para tomar la riendas de la cúpula eclesial.

Lo atípico de la elección es que Rouco cumple en agosto 75 años, la edad a la que están obligados los prelados a jubilarse. No obstante, sería sorprendente que Benedicto XVI aceptara su renuncia. El Vaticano maneja con laxitud la admisión de jubilaciones, y con los prelados afines, como es el caso del titular de la archidiócesis de Madrid, no pone obstáculos a la prórroga de mandatos. Rouco Varela, arzobispo de Madrid, se erigió en líder del Episcopado por 39 votos, por delante de Blázquez, que cosechó 28; Carlos Osoro (3) y Juan del Río (2), mientras que hubo tres prelados que votaron en blanco. El arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, se impuso con facilidad al recabar 51 votos en la primera votación a vicepresidente. Blázquez consiguió una holgada ventaja con respecto a su más directo competidor, el arzobispo de Barcelona, el cardenal Luis María Martínez Sistach, cuyo nombre era del agrado de Rouco Varela para ocupar la vicepresidencia. Del reparto de votos se concluye que la mayoría conservadora ha impuesto su criterio, aunque Blázquez, muy cercano en lo doctrinal a Rouco, obtiene el respaldo de los obispos más moderados.

Núcleo de poder

Del comité ejecutivo del Episcopado salen Martínez Sistach y Osoro, que han cumplido dos trienios. El núcleo de poder de la Conferencia Episcopal queda encarnado en Rouco, Blázquez, Juan Antonio Martínez Camino (cuyo mandato dura cinco años y no estaba sujeto a votación), el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez; el titular de la archidiócesis de Sevilla, Juan José Asenjo; el arzobispo castrense, Juan de Río, y el de Santiago de Compostela, Julián Barrio. En consecuencia se estrenan en el máximo órgano de gobierno del Episcopado entre asambleas plenarias los titulares de Pamplona y Santiago. Todos ellos componen un plantel homogéneo, sin ninguna figura que le haga sombra a Rouco.

El arzobispo de Madrid es un hombre bien visto en el Vaticano, con una sólida formación intelectual y escuchado en la curia. No en balde, es miembro de la Pontificia Congregación para los Obispos y por sus manos pasan los currículos de aspirantes a prelados.

En su comparecencia ante la prensa, Rouco se mostró irónico y desenvuelto. Cuestionó él mismo su poder y adujo que ser presidente de la Conferencia Episcopal no significa que los obispos le deban obediencia. «El presidente de la Conferencia Episcopal no es presidente de los obispos. Eso lo es el papa, desde San Pedro. No somos ni un parlamento, ni un gobierno. Y tampoco somos exactamente la Iglesia española. La Iglesia es católica y universal, no comienza en los Pirineos, ni termina en Gibraltar», aseveró.

Como primer objetivo inmediato, Rouco afrontará la celebración en agosto de este año de la Jornada Mundial de la Juventud, que estará presidida por Benedicto XVI. La jerarquía católica espera que sea una demostración de fuerza del catolicismo español. El reelegido presidente despejó de inmediato la incógnita de si la Iglesia pedirá perdón por su apoyo al régimen de Franco, ahora que se conmemoran los 75 años del comienzo de la Guerra Civil. Subrayó que en el año 2000 los obispos ya aprobaron un documento en el que se abstenían de atribuir culpas por la contienda fratricida.

El purpurado cuestionó la validez de las encuestas que destacan la mala opinión que tienen los españoles de la institución católica, y argumentó que «la sociología no es una ciencia infalible». «El calor popular es muy grande. No tengo la sensación de que la Iglesia no sea creíble o estimada, sino al contrario», zanjó.