CESES TORMENTOSOS
Actualizado: GuardarLos ceses en la Maison Dior siempre fueron tormentosos. Pasó con Saint Laurent, a pesar del éxito inicial de su línea 'Trapecio' o del padrinazgo que le otorgaba Michel de Brunhoff, el entonces poderoso editor de Vogue. Simplemente, los responsables de la casa de la Avenue Montaine desconfiaban del carácter inestable y de un joven tan brillante como neurótico. Lo mismo ocurrió con su sucesor, Marc Bohan, cuyo indudable oficio no bastó para que el nuevo propietario de Chez Dior, el millonario Arnault, le diese una ingrata patada como recompensa por sus muchos años de trabajo. Con Gianfranco Ferré sucedió otro tanto, esta vez porque el italiano no solo llevaba mal el sometimiento comercial a ciertas tendencias, sino también porque en la Avenue Montaigne no gustaba que alternara su entrega a la marca Dior, con las creaciones bajo su propia marca o sus continuos viajes a Milán en avión privado.
El penúltimo en partir fue Hedi Slimane, el genio de la línea masculina, cuyas desavenencias con Arnault fueron económicas y existenciales. A diferencia de los anteriores, John Galliano parecía ser el niño mimado al que se le toleraban todos los caprichos y excentricidades. En ello tenía mucho que ver tanto su brillante reinterpretación de las líneas históricas de la Maison Dior, como la perfecta adecuación del binomio elegancia-vanguardia. Por eso, durante mucho tiempo no han importado demasiado sus desfiles repletos de megalomanías, su permanente teatralidad, sus desmesuras en los costes de confección o su agitada vida privada. Al fin y al cabo, el reclamo de la suntuosidad elegante de la pasarela y la singularidad humana del personaje enlazaban a la perfección con las ventas del prêt-à-porter y los complementos. Pero nada hay peor para la industria del lujo o para uno de sus grandes epitomes, la marca Dior, que un incidente barriobajero con insultos antisemitas. Insultos antisemitas en un país como Francia, además, que no solo tienen mala prensa desde el affaire Dreyfus, sino que encima casan mal con el rigor de una marca presidida por Sydney Toledano, un judío de origen sefardita.