Editorial

Tregua con amenaza

Los cuatro detenidos en Bilbao con armas y explosivos constituye una señal de alerta

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La detención de cuatro supuestos miembros de ETA que podrían haber perpetrado brutales atentados durante los últimos años en Vizcaya, Burgos y Cantabria, entre ellos el asesinato del inspector de policía Eduardo Puelles, es fruto del paciente cerco que las fuerzas de seguridad van estrechando en torno a la trama terrorista. La localización en poder de los detenidos de 200 kilos en productos para fabricar explosivos y tres armas automáticas revela el peligro que entrañaba el grupo en medio del declarado «alto el fuego permanente, general y verificable». Corresponde a la investigación que dirige el juez Grande Marlaska delimitar el alcance que la operación de ayer pueda tener para la lucha antiterrorista y determinar las imputaciones concretas. Mientras tanto es posible que el almacenamiento de un material tan letal y el acopio de información sobre posibles objetivos del terror sean percibidos por buena parte de la opinión pública vasca como una noticia poco menos que banal y sin mayores consecuencias. Por eso conviene subrayar que en sí misma constituye una señal de alerta que la sociedad ha de atender, una prueba de riesgo constatado que las autoridades han de atajar, y una amenaza más que latente que interpela directamente a la izquierda 'abertzale'. Sus dirigentes pueden soslayar las evidencias halladas en poder de los detenidos alegando que no les constan más que las informaciones periodísticas, aduciendo que esperarán a la redacción del sumario e incluso a una sentencia en firme para pronunciarse sobre el hallazgo y las investigaciones en curso, y dando por sentado que el «ciclo de la lucha armada» se acaba irreversiblemente, como declarara Rufi Etxeberria. Aunque su silencio de ayer no tenga por qué constituir un argumento jurídicamente contrario a sus intereses ante la legalización de la nueva marca, ni incorporarse a las impugnaciones que presenten la Fiscalía General y la Abogacía del Estado, es indudable que incrementa las dudas, la desconfianza y la desazón que amplios sectores de opinión sienten y redunda en perjuicio de la credibilidad que la izquierda 'abertzale' ha confesado necesitar.