Zapatero ve en Túnez una oportunidad que España tiene que aprovechar
El jefe del Ejecutivo mantiene su viaje al país magrebí pese a la incertidumbre que rodea al nuevo Gobierno provisional
DUBAI. Actualizado: Guardar«Tenemos que estar ahí y España va a estar». Los últimos sucesos en Túnez parecían poco propicios para que José Luis Rodríguez Zapatero mantuviera en pie su visita; tanto que hasta en su entorno admiten haber dudado después de que las protestas obligaran a dimitir al primer ministro del Gobierno provisional, Mohamed Ganuchi, pero el empeño del jefe del Ejecutivo pudo con todo. Incluso con los recelos de sus anfitriones en la 'minigira' de Catar y Emiratos Árabes Unidos por el modo en el que la comunidad internacional se ha lanzado a aplaudir las revueltas.
Zapatero aterrizará hoy en Túnez, después de haber dormido en la Moncloa, y se convertirá en el primer presidente de un Gobierno occidental en pisar el país magrebí desde la caída de Ben Alí. Lo dejó claro ayer en Dubai tras visitar el pabellón español de la Feria Internacional de Alimentación que se celebra en esta ciudad. «Mi intención -dijo- es escuchar, dar apoyo al proceso de cambio y modernización, asesorar y ayudar, si es que quieren nuestra ayuda». Ni más ni menos.
Fue él quien advirtió a la dirección del PSOE, en la última reunión de la ejecutiva, que convenía ser prudentes hasta ver cómo se encauzan las cosas para no pillarse los dedos. Pero fuentes del Gobierno defienden que España tiene ahora la oportunidad de desempeñar un papel activo, que «no invasivo», en una región sobre la que tenía una influencia limitada, y debe aprovecharla.
España tiene a su favor dos elementos para colaborar en que la deriva del cambio sea democrática, las relaciones que mantuvo con el régimen de Ben Alí, mucho menos intensas que Francia, aducen en el Gobierno; y la experiencia de un proceso de transición que, según Zapatero, sirve de «modelo» a muchos países. Son factores, insisten, que facilitan el acercamiento a quienes están llamados a ejercer como líderes de la nueva etapa.
Quiénes son esos líderes no está del todo claro. El jefe del Ejecutivo ni siquiera sabía aún en Dubai si a su llegada a Túnez estaría o no constituido el nuevo Gobierno de transición que, presumiblemente, será presidido por Beyi Saif Essebsi. Pero en todo caso, su principal interés está en conocer la hoja de ruta de los tres presidentes de las comisiones de reformas, de los grupos de la oposición e incluso de los cinco representantes de las redes sociales que han impulsado las revueltas. Conocerla y «escucharla», como dijo, de primera mano. Un dato no menor.
En la cena que mantuvo el pasado lunes con el príncipe heredero de Abu Dabi, el jeque Mohamed bin Zayed al Nahyan, tuvo que oír un mensaje de prevención. Según fuentes próximas a Zapatero, el dirigente emiratí mostró sus reservas hacia el análisis, a su juicio precipitado, de la comunidad internacional y la Unión Europea en particular de lo que ocurre en el mundo árabe. «En Europa os habéis subido a una ola -llegó a decir, según fuentes diplomáticas- pero no sabéis adónde va».
Inquietud
La advertencia de Bin Zayed Al Nahyan no es, obviamente, imparcial. Como miembro de una monarquía absoluta, le inquietan las revueltas en los países de su entorno, fundamentalmente, en Bahréin y Omán, pero no necesariamente porque tema que se extiendan a su emirato, sino también por la inestabilidad que pueden provocar en la región. Según las citadas fuentes, el futuro emir advirtió de que Occidente ha sido muy ligero en su juicio al meter en el mismo saco los sucesos del Magreb y los del golfo.
Por eso Zapatero insistió en que su intención es, ante todo, obtener información para saber qué ocurre. Y por eso, también, en el comunicado conjunto de Emiratos Árabes y España se señala que ambos Gobiernos «consideran que el proceso hacia la democracia, el desarrollo económico y la justicia social merecen respeto y apoyo, sin menoscabo del principio de no injerencia».
El riesgo de lo que ocurre en esta zona, alegó el príncipe heredero de Abu Dabi, está en que no se sabe aún quién está tras las protestas. A su juicio, el apoyo internacional ha hecho que todo vaya «demasiado deprisa» y su argumento para exigir prudencia radica en que allá donde llegue la sombra de Irán es mejor no alentar situaciones que puedan conducir a vacíos de poder