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Zapatero se trae de Catar 3.000 millones para empresas y cajas de ahorros
El presidente y el emir de este estado del Golfo Pérsico pidieron a Gadafi que pare las matanzas contra su pueblo
DOHA. Actualizado: GuardarMonarquía absoluta y país árabe es una combinación que estos días evoca conflictos pero José Luis Rodríguez Zapatero recibió ayer de un estado que responde a esas características una buena noticia para los tiempos de crisis que corren: Catar está dispuesto a invertir 3.000 millones de euros en España, de los cuales, 300 millones irán destinados a la capitalización de las cajas. El presidente del Gobierno viajó hasta el golfo Pérsico para recibir la noticia de boca del emir, Hamad bin Jalifa Al-Thami, y de su primo el primer ministro, Hamad bin Jassem bin Jabr Al-Thami. Se trata de una buena inyección de dinero, pero también de autoestima.
Desde que la canciller alemana, Angela Merkel, dio su aprobación a las políticas de ajuste puestas en marcha por el Ejecutivo socialista el pasado 4 de febrero, nadie había hecho un comentario tan positivo como el gobernante catarí sobre el estado de las cosas en España. «Confiamos mucho en su economía; estamos seguros de que está saliendo de los problemas», señaló en una rueda de prensa conjunta celebrada en el palacio del caudillo árabe. La diferencia es que estas palabras no fueron acompañadas del aviso de que habrá que hacer más sacrificios, sino de una lluvia de 'petrodólares'.
El anuncio, con el que Zapatero se mostró abiertamente satisfecho, tiene aun así un alto grado de opacidad. Ni el jefe del Ejecutivo ni el primer ministro de Catar aclararon en su comparecencia cuáles serán las entidades financieras agraciadas o qué empresas cederán acciones a este pequeño pero inmensamente rico país, que tiene el tamaño de Asturias y una renta per cápita de 83.000 dólares anuales, la segunda más alta del mundo. Lo único que se sabe es que se trata de tres firmas de los sectores de la energía y las telecomunicaciones. Y que son, al parecer, «poderosas». Pero la sonrisa del gobernante español tenía un evidente porqué. El mismo día en el que se supo que la inflación subió en febrero hasta unas cifras desconocidas desde hacía más de dos años, un 3,6% que pone en peligro las previsiones de crecimiento para este año, él pudo ofrecer una contrapartida. «Es un dato que no ayuda -admitió- pero la recuperación de la economía está en marcha y la inversión, sin duda, va a ser fundamental porque todos sabemos que la demanda interna de los españoles tiene una capacidad limitada».
Negocio
'Realpolitik' en estado puro. No se puede decir que el Gobierno no se planteara la conveniencia de este viaje de negocios en un momento en el que el mundo árabe se agita en el Magreb y también el golfo Pérsico por el hastío de sus pueblos contra las dictaduras. En la península arábiga, son Yemen, Bahréin y Oman los estados afectados por las revueltas; así que pese a que Catar y Emiratos Árabes (las dos escalas del periplo) se mantienen estables, los problemas les quedan cercanos. Pero finalmente, el jefe del Ejecutivo decidió que tendría que hacer como el resto de los mandatarios europeos y compatibilizar el discurso prodemocrático con las necesidades e intereses de su país.
«Hay una cosa que se llama energía y los ciudadanos están acostumbrados a levantarse por la mañana, apretar un botón y tener luz», resumió de modo gráfico en una conversación informal con periodistas durante el vuelo de ida a Doha, la capital catarí. La riqueza de este Estado proviene del petróleo y del gas, que es lo que más exporta a España (más de un 13% del suministro proviene de aquí). Pero según Zapatero aún hay margen para aumentar las importaciones de crudo (que apenas llegan al 2% del total) y multiplicar así las fuentes de suministro; sobre todo, ahora que la situación de Libia, segundo proveedor para la economía española, ha creado problemas de suministro.
Ahora bien, hay algo más. Catar organizará el Mundial de Fútbol en 2022 y eso quiere decir que hay en juego 150.000 millones de euros para repartir entre aquellos que quieran participar en la construcción de infraestructuras. España no quería llegar tarde a esa carrera. El primer ministro británico, David Cameron, y el presidente alemán, Christian Wulf, ya han pasado por los aposentos de la familia real para intentar asegurarse un trozo del pastel y Zapatero defendió las virtudes de las empresas constructoras españolas y también de las energéticas.
Voz del pueblo
Todo tiene un precio y la familia Al-Thami tiene dinero más que de sobra para ganarse las simpatías de Occidente. En los últimos años se ha hecho, a través de la Autoridad Inversora de Catar, con jugosas participaciones en importantes empresas de Estados Unidos, la UE y Asia, por aquello de diversificar. Poco después de hacerse con Harrod's, el pasado año, el diario británico 'The Independent' se refirió a Catar como «el diminuto Estado que compró el mundo». La relación de dependencia no hace más que aumentar.
Ahora, hay algo más que dólares. Las autoridades cataríes son aliadas contra el terrorismo internacional y es cierto que la Constitución de este país es más abierta que la de otros de su entorno; no permite partidos políticos pero sí reconoce el derecho a la libertad de expresión (la cadena Al-Jazeera es suya), la de asociación, la de culto y el derecho a un juicio justo. Lo que no quiere decir que el emir se sienta cómodo con las revueltas que conmocionan a países «hermanos».
Precisamente como «hermano Gadafi» definió el primer ministro al líder libio, empecinado en masacrar a su pueblo. Fue, desde luego, duro con él y le conminó a «evitar más derramamiento de sangre», pero fue algo ambiguo a la hora de pedirle que se vaya. Lo contrario que Zapatero, que aseguró que «está descontado» para la comunidad internacional.