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Un 'amigo' capaz de inventar cualquier artilugio y darle forma con las manos

Javier Muñoz Gómez Cabo PrimeroEra reconocido inmediatamente por llevar siempre y a todas partes una sonrisa «de oreja a oreja»

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Definir al Cabo Primero Javier Muñoz Gómez no es muy complicado, porque precisamente se trataba de un hombre sencillo al que no le gustaban las complicaciones. En el barrio de la Casería, donde residía, era muy conocido por su capacidad para inventar cualquier artilugio con las manos. «Hizo unas cañas para el belén de la asociación del barrio que eran magníficas». Todos sus vecinos coinciden en que era una persona que llevaba siempre una sonrisa en la cara y muy cercano. Además todos sabían que estaba muy bien considerado en la Armada porque «salvó a un compañero en otro accidente, creo recordar, y por ello contaba con mucha estima», aseguró un miembro de la entidad vecinal.

En cuanto al deporte su pasión era el 'skate', tanto que su mujer le había regalado en Navidad un patinete nuevo. «Hacía tiempo que lo tenía algo aparcado y quería recuperar su destreza», confesó Luisa, una de sus vecinas. «Desde pequeño era su deporte preferido, ahora no dejas de pensar en esas pequeñas cosas».

Desde que surgió la noticia decenas de personas se han acercado a su casa a presentar su dolor, porque esa es la huella que ayer dejó Javier, si bien es un sentimiento engañoso, porque cuando piensan en Javier «vienen todas las imágenes de bromas y buenas palabras. Pero, lo que más, lo que más, es su sonrisa de oreja a oreja».

Algunos incluso recuerdan que su carácter afable hacía que fuera complicado que mantuviera la compostura en diferentes actos, ya que la comisura de los labios siempre anunciaban la llegada de una sonrisa. Sobre todo cuando iba de la mano de su pequeña de unos cinco años, a la que amaba con lo locura y de la que siempre se preocupaba.

«Una familia rota por el dolor sin que se pueda hacer nada por ello». Las personas más cercanas a Javier pusieron ayer rumbo hacia Madrid para el reencuentro más amargo, porque si una cosa le gustaba a Javier era estar con los suyos. «Él venía por aquí a comprar los hielos, la carne, le gustaba mucho eso de hacer barbacoas y estar con la familia y los amigos», expuso Joaquín, propietario del bar El Cruce, que solía frecuentar al estar al lado de su casa.

Muchos vecinos, compañeros, amigos, se desplazaron hasta su casa para apoyar a la familia en estos complicados momentos. «Son personas muy queridas porque eran muy conocidas en la barriada y ahora, mira, una lástima».