Adiós a Europa de un Sevilla que mereció más
Un gol de Luis Fabiano en el minuto 70 hizo soñar con el pase a los octavos de la extinta UEFA, pero el Oporto supo manejar su renta
OPORTO (PORTUGAL). Actualizado: GuardarEl Sevilla se despidió en la tarde de ayer de Europa, de la extinta UEFA, su competición favorita en los últimos años. Los hispalenses siguieron con el maleficio europeo de los equipos españoles y no supieron remontar fuera de casa el 1-2 adverso del Sánchez-Pizjuán. Ni siquiera el millar de seguidores sevillanos desplazados, ni un centenar de Riazor Blues -aficiones hermanadas- que se acercaron a Oporto a hacer piña, pudieron disfrutar de un grato espectáculo.
Gregorio Manzano tenía dos opciones: ir a por el partido o marcharse sin pena ni gloria. Eligió la segunda, como contra el Real Madrid en Copa del Rey. Escogió la vereda de la puerta de atrás. Nunca mejor dicho a tenor del once titular y la forma aburrida de plantear el juego.
El Oporto solo necesitó quince minutos para decidir quién mandaba. El tiempo que tardó el árbitro Howard Webb, muy mal, como acostumbra, en sacar la primera amarilla a Navarro y Alexis, en dos jugadas en las que quedaron retratados. Hasta cinco ocasiones claras para el Oporto, disparo al larguero de Falcao incluido, por ninguna clara de los nervionenses, fue el balance de la primera mitad. Gracias a Javi Varas (gran sustituto de Palop) el cero a cero era posible.
Un panorama nuevo
Avanzada la segunda mitad, Manzano decidió arriesgar con la entrada de Luis Fabiano, colocando así a tres delanteros. Esto lo cambió todo. Bien es cierto que el Oporto tuvo muchas oportunidades para adelantarse. Pero Moutinho, Hulk y Falcao desperdiciaban una ocasión tras otra. Algo que no hizo Luis Fabiano a falta de 20 minutos. Un maravilloso pase de Negredo y una definición magistral del brasileño daba esperanzas. Webb se encargó de dar aún más. Expulsó dos minutos después a Pereira por una entrada contra Medel..
Poco después fue expulsado Alexis y, al final, el Sevilla se marcha de Europa por culpa de errores propios con una victoria un tanto agria.