Ciudadanos extranjeros esperan un vuelo en el aeropuerto de Trípoli para abandonar el país. :: AP
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El Gobierno trabaja en la localización de los españoles

Zapatero convoca un gabinete de crisis para preparar posibles respuestas ante la revuelta en el país norteafricano

MADRID. Actualizado: Guardar
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José Luis Rodríguez Zapatero tomó ayer una decisión poco habitual al reunir a un gabinete de crisis para abordar las consecuencias de los acontecimientos que se están viviendo en Líbia. El país norteafricano es el tercer suministrador de gas de España y, aunque el Ejecutivo asegura que, por el momento, no hay riesgos para el suministro, ya hay otros países europeos que se han afectado por un corte de suministro.

El jefe del Ejecutivo convocó hacia las siete de la tarde en el Palacio de La Moncloa a los tres vicepresidentes, la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez; la de Defensa, Carme Chacón; y al ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, además de al secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Camacho, y al director del Centro Nacional de Inteligencia, Félix Sánz Roldán. Pero, posteriormente se incorporó a la reunión el ministro de Industria, Miguel Sebastián, precisamente para informar sobre cómo pueden afectar los incidentes en Libia sobre los intereses energéticos españoles.

De momento, esta es la principal preocupación del Ejecutivo, además de la situación de los españoles que se encuentran en el país mediterráneo. La jefa de la diplomacia española aseguró antes de la reunión ministerial que aún se les está intentando localizar y que una vez se logré se enviará un avión del ejército para recogerlos. Aproximadamente, hay, según dijo, 90 personas que han manifestado ya su voluntad de ser repatriados -al margen de los 40 o 50 que ya han abandonado territorio libio-.

Discusión europea

Al Gobierno de Zapatero le inquieta también que las revoluciones en el mundo árabe puedan alimentar flujos migratorios incontrolados. El vicepresiendente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, explicó -según reza un comunicado oficial- que este asunto se discutirá hoy en Roma durante la reunión de los responsables de Interior de la UE.

De momento, el Ejecutivo se muestra muy cauto y reacio a participar de manera activa en los acontecimientos de lo que algunos llaman la 'primavera árabe'. A pesar de que la ministra de Defensa, Carme Chacón, aseguró durante un desayuno organizado por el Foro Europa que «Europa ha sido demasiado benevolente con determinados regímenes» y aseguró que ha comenzado un «proceso imparable» que España puede «ayudar a empujar en la buena dirección», dejó claro que esa ayuda es limitada. «No podemos impulsar nada», matizó después aferrada al principio de no injerencia.

La titular de Exteriores, Trinidad Jiménez, también aseguró en los pasillos del Senado que el Ejecutivo «no va a permitir por más tiempo que Gadafi siga matando más gente» y aseguró que «se reserva cualquier tipo de acción» frente al dictador libio. Pero lo cierto es que, según fuentes de la dirección socialista, Zapatero defendió el pasado lunes en la Ejecutiva que es preciso mantenerse al margen de el proceso por el que atraviesan varios países del Magreb y del mundo árabe porque su final es aún «indeterminado». Una distancia que no todos comparten en el PSOE.