Economia

Los grandes empresarios se unen para mejorar la imagen de España y proponer reformas

Crean un 'lobby' desde el que formular propuestas, defender la «cultura del esfuerzo» y buscar amplios consensos

MADRID. Actualizado: Guardar
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«Nuestro nombre es competitividad y nuestro apellido, devolver la confianza a España». Así presentó ayer César Alierta, presidente de Telefónica, la esencia del llamado Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC); un lobby formado por diecisiete grandes empresarios junto al Instituto de la Empresa Familiar (IEF) que pretende -«desde el campo de las ideas», según dijo el ejecutivo aragonés- impulsar grandes reformas económicas sustentadas en amplios consensos y limpiar la maltrecha imagen de España en el exterior.

La idea surgió tras el encuentro, el pasado mes de noviembre, de la crema empresarial nacional con el presidente Rodríguez Zapatero, y «no pretende suplantar a nadie», señaló Alierta en referencia a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y, quizás, al propio Ejecutivo y a los partidos políticos. De aquel encuentro en el palacio de la Moncloa defendió el presidente de Telefónica, los empresarios salieron «más optimistas» de cómo entraron. «Fue un precedente para decidir unirnos y formar una acción de responsabilidad social corporativa total», explicó.

Sea como fuere, los empresarios quieren «de forma autónoma», según Alierta, pasar a la acción y tratar de frenar el desaguisado. El ejecutivo aseguró que antes de darla a conocer, la iniciativa ha sido expuesta a «todas las instituciones» de las que, añadió, ha recibido «una reacción muy positiva». «Todos nos han alentado», afirmó. Cuando se le preguntó por el preciso momento de la reacción, cuando la economía ha sufrido ya tres años de la peor crisis, Alierta aseguró que «siempre es buen momento para empezar». El CEC, aclaró, ha venido para quedarse y mantenerse sine díe.

El 35% del PIB

Son los máximos responsables de las mayores compañías. Los líderes de un grupo de firmas con presencia en los cinco continentes, que facturan de forma conjunta el equivalente al 35,2% del Producto Interior Bruto (PIB) y que dan empleo de forma directa a 1,7 millones de personas. Sin duda, el buque insignia del empresariado español, que en los últimos tiempos ha visto cómo las dudas sobre la solvencia y la capacidad del país de superar la crisis y el embate de los mercados impactaban de lleno en sus propias compañías, encareciéndoles el acceso al crédito y las nuevas inversiones. Dejan la puerta abierta a futuras incorporaciones, pero defienden que no son más de los que son porque con un número pequeño se es más «operativo».

«España tiene un elevado potencial que no encaja con una desconfianza que no creemos merecer», sentenció Alierta, quien ocupará el primer turno y por un periodo de dos años la presidencia rotatoria del CEC. El manejo del día a día de lo que sus selectos miembros denominan un 'think tank' estará en manos de Fernando Casado, expresidente de Caixa Catalunya que actuará como director general de la organización.

El presidente de Telefónica, quien compareció en la puesta de largo del CEC flanqueado por Emilio Botín (Santander) e Isidro Fainé (La Caixa y CECA), se esforzó por dejar claro que la iniciativa no supone ningún «tirón de orejas» al Ejecutivo.

Reconoció que la economía española atraviesa problemas, y defendió la idoneidad de los miembros del nuevo 'club' como buenos conocedores de la situación y, al tiempo, perfectos suministradores de ideas basadas en su propia experiencia y en sus éxitos internacionales.

Servicios de estudios

La implicación de los socios del CEC es estrictamente personal -no podrán ser representados en los consejos de la organización-, aunque los empresarios han comprometido para el grupo la labor de sus equipos más próximos y de sus servicios de estudios.

«Fomentar la competitividad exige cambios, medidas y reformas, y también experiencia, conocimientos y trabajo compartido», afirmó Alierta, que abogó de forma decidida por impulsar en España «la cultura del esfuerzo».

Sobre esa necesidad de reformas habló también Fernando Casado. El director general del CEC lamentó que en los últimos tiempos «hubieran sido necesarios más consensos para reformas más profundas» en ámbitos más allá del laboral, donde Gobierno y agentes sociales sí han logrado cerrar un gran pacto en materia de pensiones. El Consejo de Competitividad, añadió, «tiene vocación de promover y ser referente en esos consensos».

Crear opinión

La filosofía con la que nace el CEC es «aportar a la sociedad», dijo Casado, que precisó que «lo que es bueno para la sociedad es bueno para las empresas y, por tanto, para el país». En ese sentido, el lobby (de espíritu similar a otros existentes en Estados Unidos o Europa, recordó Alierta) tratará de «crear opinión para responder a las distintas situaciones y problemas socioeconómicos a los que se enfrenta España».

¿Cómo? Mediante «estudios y propuestas concretas que configuren un entorno favorable a la competitividad de las empresas nacionales». Una de las grandes tareas a las que quiere enfrentarse el CEC es la de promover fuera de nuestras fronteras un mayor reconocimiento de la economía española y de sus perspectivas de futuro.

Para ello, sus miembros han acordado potenciar al máximo las visitas a líderes internacionales y la participación en los principales foros de opinión del mundo. Por ahora -la primera reunión se celebró ayer en la sede madrileña de Telefónica- no hay agenda ni planes concretos, pero los habrá en breve. «Empezamos a trabajar en media hora», explicó Alierta en la presentación.