MINUTOS DE ORO
Actualizado: GuardarLa historia del deporte está repleta de pequeños sucesos que se convierten en grandes gestas en cuestión de minutos, minutos de oro que cambian el sino de un partido cuando nadie daría un duro por ello. Ayer me tocó vivir in situ uno de ellos. Fue en Sevilla, en el pabellón de San Pablo, en el derbi andaluz de la ACB entre Cajasol y Unicaja -por desgracia que queda lejos el deseo de que la provincia de Cádiz consiga tener un equipo en la máxima competición de baloncesto español-.
Con 66-73 y un minuto por jugarse, muchos de los aficionados del equipo sevillano ya se marchaban de sus asientos con la intención de olvidar la derrota de su equipo con una cervecita al sol de la jornada dominical cuando a algún ser superior -que nadie piense en Florentino Pérez- se le ocurrió que quizá no era mala idea que el escenario cambiara. El resultado, dieciséis puntos de Cajasol en 60 segundos para terminar ganando 82-77. Sí, sí, dieciséis. El doble de lo que habían conseguido los locales en todo el primer cuarto, para hacerse una idea de lo milagroso del asunto. Un 2+1, dos triples, cinco tiros libres y una canasta de dos, una secuencia para recordar. Como la del Madrid en la final ACB de 2005, con el triple sobre la bocina de Herreros que terminó de tumbar al Tau; o la final de la Champions de 1999, cuando Sheringham y Solskjaer usaron el descuento para dejar al Bayern con la miel en los labios y a un trinquete como Kuffour llorando sobre el césped del Camp Nou como si fuera un niño al que acababan de quitarle la Nintendo DS de la mano.
Ayer Bullock y Calloway se disfrazaron de Sheringham y Solskjaer. No hubo ningún Kuffour porque no había un bien tan preciado como 'la orejona'. Solo hubo fiesta, incluso con la afición de Unicaja, que no paró de animar y cantar durante todo el partido. Un ejemplo para otros que se consideran aficionados al fútbol pero solo se dedican a competir por ver quién se comporta de una forma más incívica.