SOMOS DOSCIENTOS MIL

A PROPÓSITO DEL AEROPUERTO

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Ome estoy haciendo viejo a pasos agigantados, o cada vez aguanto menos las estupideces, chorradas y tonterías en las que invierten el tiempo nuestros políticos, algún que otro candidato, así como una parte de la ciudadanía.

Jerez, aunque a algunos parece no gustar, es un municipio de la provincia de Cádiz. Con toda seguridad supera de lejos el número de habitantes de la capital; sin duda se halla en el centro neurálgico y de comunicaciones de la provincia e, incluso, hasta es probable que su peso económico en el conjunto provincial, supere en varias décimas al aporte económico que se realiza desde la propia capital. Ahora bien, una cosa es que los jerezanos nos sintamos mas chulos que un ocho y otra bien distinta es que con nuestra capital de provincia mantengamos una cruzada, impropia a estas alturas del siglo XXI.

¿Qué más da cómo se llame el aeropuerto? En Granada, ante una polémica similar, se logró una solución muy conciliadora al denominarlo 'Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén'. Sin embargo aquí, donde la polémica ni siquiera es entre dos provincias, sino que nace entre dos ciudades cercanas, hermanas y llamadas a entenderse, las declaraciones que vengo oyendo hacen que, en vez de debatir sobre el nombre de unas instalaciones aeroportuarias, parece que estemos luchando por el orgullo, la identidad nacional y no sé cuántas majaderías más. Porque, o mucho me equivoco, o los vecinos de Cádiz vienen al Ikea de Jerez y almuerzan en alguna venta de mosto, al igual que los jerezanos paseamos por el barrio del Pópulo o nos damos un bañito en la magnifica playa de la Victoria.

Este cronista, que durante varios años trabajó para medios de comunicación ubicados en la capital, y que incluso siendo jerezano presentó el Concurso de Agrupaciones del Gran Teatro Falla (edición 1993 por más señas) no termina de entender el «paletismo» del que hacen gala algunos jerezanos y otros gaditanos, especialmente patente cuando el Xerez Deportivo visita Carranza, o el Cádiz Club de Futbol viene a Chapín.

Así que quiero unirme a las declaraciones de dos políticos que, al menos en este tema, parecen tener las cosas claras. De un lado, el presidente de la Diputación, el socialista Francisco González Cabaña, quien ha señalado que «hay cosas en la provincia más importantes que resolver, como para pararse en cambiar el nombre del aeropuerto». Dice Cabaña que la solicitud para modificar dicho nombre es una «tontería», pues «la gente sabe dónde está el aeropuerto y no es necesario cambiar su nombre». En la misma onda el secretario local de los populares, Antonio Saldaña, afirma que «lo del cambio de nombre del aeropuerto es un debate estéril. Cádiz lo estimará oportuno pero Jerez tiene muchos problemas como para preocuparse por esto».

Lo grave, como siempre, es que frente a estos momentos de cordura, otros personajes, como el candidato a la alcaldía por IPJ, va y se descuelga mostrando su más profundo rechazo, para asegurar que "no permitirán que Teófila represente a la derecha más añeja de la provincia y nos imponga a los jerezanos que nos sintamos gaditanos por narices, implantando el nombre de Cádiz en nuestra terminal». En un alarde de majadería sin precedentes, dice este candidato que «si la alcaldesa quiere un aeropuerto que se lo haga en la Caleta», lo que no solo es técnicamente imposible, sino que demuestra una supina ignorancia sobre cualquier normativa mundial en materia de instalaciones de aeropuertos.

¿Alguien cree que en pleno siglo XXI quien coge un avión no sabe a dónde va? Introduzcan en internet el nombre del aeropuerto de Jerez y, con precisión milimétrica el mismo les llevará a las instalaciones de la Parra de toda la vida de Dios, término de Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz, región andaluza, sur de España, Europa.

Con más de 50.000 parados sumando Cádiz y Jerez, entretenernos en el nombre del aeropuerto es una simpleza de tal calibre que no sé si coger a los catetos de ambas ciudades que favorecen ese debate inútil, y llevarlos al aeropuerto de Jerez para que un avión los lleve bien lejos, o bien acercarlos al muelle de Cádiz, montarlos en un carguero y a navegar. Eso si, en ambos casos que les vayan dando.