Jesús, de 22 años, asegura que no se moverá de allí y que en cuanto pueda, entrará de nuevo. :: L. R.
EL PUERTO

«No tengo casa. Esta estaba abierta y decidí meterme»

Un joven y su padrastro se atrincheran con sus enseres a las puertas del chalé de Fuentebravía que han ocupado durante dos meses

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«Si tú estuvieras viviendo en la calle y te encontraras con una casa vacía, ¿no te meterías?». Sentado en un taburete, sobre la acera, Jesús García levanta rítmicamente una mancuerna con su brazo derecho. Tiene 22 años y cuenta que desde los seis meses ha vivido en centros de menores. Huérfano de padre, su madre cumple condena en la cárcel. Dice que desde hace un tiempo deambula con su padrastro, ex presidiario, recogiendo chatarra. Eso les ha dado para comer, pero no para pagar un alquiler. «Pasamos por aquí y vimos que en la casa no había nadie y que estaba abierta. Así que nos metimos».

Recogieron varios enseres, repartidos en las casas de familiares, y se instalaron en un gran chalé de la calle de la Calabaza, en Fuentebravía. Nadie les molestó hasta que el dueño se enteró de en su casa había 'okupas'. «Nosotros hablamos con el jardinero, le dijimos que podíamos pintar, y hacer algunos arreglos... Si nadie vive ahí, ¿qué les importa que estemos nosotros?».

A su espalda una pequeña mesita con televisor y DVD, y frente a él varios somieres, ropa, cedés desperdigados por el suelo y alimentos. «El jueves por la noche, cuando llegamos, nos lo encontramos todo aquí. Estas no son formas». Jesús asegura que no se piensa mover de la acera. «En cuanto pueda, me meto otra vez».

Fuentes policiales explicaron que

en estos casos el protocolo es dar parte a los servicios sociales, que ofrecen un alojamiento de urgencia en la casa de acogida de la ONG Anydes. Pero si lo rechazan, el ayuntamiento no puede hacer nada más allá de obligarlos a retirar sus objetos personales de la vía pública. Si desobedecen, se encargan los servicios municipales.