Una pareja pasea por las calles de Shanghai, paradigma de la riqueza china. :: ZIGOR ALDAMA
Sociedad

El triunfo del pragmatismo

La sociedad china está más preocupada por la inflación que por la salud del último Premio Nobel de la Paz, que cumple 11 años de cárcel

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Es difícil encontrar una bandera roja con la hoz y el martillo en China. Resulta mucho más fácil dar con una tienda de Louis Vuitton o un concesionario de BMW. Sin embargo, el Partido Comunista no duda en utilizar estas dos herramientas para cercenar las libertades individuales de una pragmática población china que tampoco tiene entre sus principales objetivos conseguirlas. Las principales preocupaciones son económicas, y el Gobierno teme mucho más a la inflación que a Liu Xiaobo, el último Nobel de la Paz, que actualmente cumple una condena de 11 años de prisión por incitar a la sublevación y a quien pocos conocen en su propio país.

Sin duda, el crecimiento económico y los más de 400 millones de chinos que han abandonado la pobreza en las dos últimas décadas son más que suficiente para legitimar en el poder a un Partido que demuestra una cintura ágil y buenas dotes con la mano izquierda. Los propios chinos miran a países como Corea del Norte con desdén, seguros de que tienen poco que ver con dictaduras de ese tipo. «Somos ya más de 420 millones de internautas con mucho poder, y allí no tienen ni ordenadores», comenta Hu Yuan. Sin embargo, sí que sienten orgullo de plantarle cara a Estados Unidos. «Es hora de que haya un cambio de poder», asegura esta joven de Nanjing.

Dentro de sus fronteras, el gigante asiático ha conseguido lo que ningún otro país de su entorno: proporcionar las necesidades básicas a la mayor población del mundo. A su vez, la libertad de expresión gana fuerza. El Partido escucha las exigencias de la población y combate lacras como la corrupción, consciente de que todavía queda mucho camino.

Fuera, el éxito ha sido todavía más rotundo. La presencia china se nota en los cinco continentes, y su poderío abruma. «Los poderes occidentales se han plegado a la fuerza económica», denuncia Ai Weiwei, uno de los disidentes más reputados del país. No faltan voces, como la suya, que tachan esta nueva era de neocolonialismo, sobre todo en África, Asia y América Latina, pero los chinos lo explican con sencillez: solo vamos a ocupar el lugar que nos corresponde en el mundo. La historia parece darles la razón. Por eso China es 'Zhongguo', el Reino del Centro.