EXCESO DE AGENDA
Actualizado: GuardarPlanteaba la posibilidad la semana pasada de dejar intervenir a los jóvenes en aquellos espacios que actualmente se encuentran en un periodo de trámite burocrático nada sencillo e inútil tanto para el edificio como para la sociedad. Los jóvenes de hoy en día están desaprovechados. Están llenos de inquietudes y sin embargo son los que menos tiempo tienen para aprovecharla. La existencia de fuentes de información inagotables, hace que vivamos en el mundo del «exceso de agenda». Vemos que cada vez más gente se organiza para realizar eventos, muchos de ellos escasos de contenidos, aunque mientras se fomente la participación, no hay problema. El problema está en el público. Hay muchas cosas maravillosas en esta vida, y nada de tiempo para disfrutarlas. En este país se premia al número de horas presenciales y no a la productividad o a la metodología de objetivos diarios o semanales. Por tanto, si quieres disfrutar debidamente de la vida, nos tenemos que replantear la estructura del tiempo de ocio, y eso sí que un problema. Nos convertimos en seres programados, con agenda, sin cabida para la improvisación y por tanto para el disfrute de las pequeñas maravillas de la vida como es la simple relación entre las personas. Tener un reloj en tu corazón continuamente es como tener una bomba o como si estuviésemos examinándonos constantemente. ¿Qué hacer? ¿Cómo resolverlo? Nos estamos equivocando de modelo de producción y de sociedad. Encontramos personas con ganas pero con poco tiempo de hacer cosas y nos encontramos con gente que tiene tiempo pero no tiene ganas de hacerlas, sabiendo (o sin saberlo, que es ahí donde quiero llegar) que implicándose en un proyecto se formarían más rápidamente, obteniendo unos conocimientos y unas habilidades que luego las empresas «valorarán» más. Y lo que es más interesante: experimentar la sensación del sentirse útil haciendo algo interesante y no porque lo dicta una agenda o un programa docente.