EL TRANVÍA

LA HUELGA DE AUTOBUSES

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Lo de la huelga de los trabajadores del servicio de autobuses urbanos resulta muy difícil de justificar, mire por donde se mire. En este caso, cabe darle toda la razón al Ayuntamiento; y que conste que lo dice alguien que se tiene por un cronista crítico con el gobierno local por un sinfín de razones que no vienen ahora al caso, algunas de las cuales he ido desgranando cada domingo en este mismo espacio. Pero todo el ruido que existe en Jerez de un tiempo a esta parte posiblemente no está dejando ver la realidad y provoca que, en parte por inercia, los ciudadanos echen la culpa otra vez al Consistorio de lo que está pasando.

Obvia referirse al derecho que tiene todo trabajador a defender sus derechos cuando lo considera oportuno y a reivindicar mejoras en su actividad profesional. Eso se da por supuesto y nadie en su sano juicio puede ni debe discutirlo. Pero dicho eso, también es cierto que otra cosa muy diferente es aprovecharse de esas circunstancias, del derecho a defender sus derechos y reivindicar mejoras, y, también, del reseñado ruido que hay en Jerez desde hace ya demasiado tiempo. Y si éste no es el caso, o lo disimulan muy bien o no han sabido explicarse convenientemente.

Por partes. Por lo visto, la plantilla está al día en los cobros. Es decir, que la empresa responsable del servicio, Urbanos Amarillos, no les debe ni un euro, algo que, para los tiempos que corren y con los precedentes con otras concesionarias municipales ya es mucho. Como suele decirse, podrían darse con un canto en los dientes. La plantilla justifica la huelga en otra serie de problemas relacionados con el convenio, pese a que la empresa lleva solo unos pocos meses al frente del servicio y, por tanto, apenas le ha dado tiempo a asentarse en la ciudad e intentar poner en orden un servicio que, dicho sea de paso, destacaba y sigue destacando todavía por sus múltiples deficiencias. Vamos, que el margen de confianza que ha recibido ha sido mínimo.

También hay que tener en cuenta a los que menos culpa tienen en toda esta historia: los usuarios. Son ellos los que están pagando las consecuencias de esta historia sin comerlo ni beberlo. No es la primera vez, ni posiblemente sea la última; quizá por eso resulte entendible que centren sus iras en el Ayuntamiento de Jerez.

Por todo lo reseñado, considero que la postura del gobierno local de no ceder a las presiones es acertada en esta ocasión. Se equivocará si vuelve a dar marcha atrás, como ha hecho tantas y tantas veces en el pasado. Eso sí, la alcaldesa se podría haber ahorrado alguno de los comentarios y perlas soltadas a los trabajadores del servicio. Debería ser la última en caldear más el ambiente, sobre todo cuando, como en este caso, le asiste la razón. Le convendría no perderla con las formas, algo en lo que incurre quizá en exceso. Desafortunadamente.