Manganeses de la Lampreana (Zamora) es su localidad natal, aunque un tercio de su vida lo ha pasado en Bilbao y otro en Valladolid. 62 años. Soltero. Profesión. Cartero jubilado tras 35 años de vida laboral. Antes fue albañil. Exento del servicio militar no por la baja estatura sino por no dar la medida exigida de la capacidad torácica. «Vamos, por ser estrecho de pecho», aclara. Calza un 33.
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«Si alguna vez no llegaba a los buzones pegaba saltitos»

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CARTERO JUBILADO. MIDE 1,52

1,52 metros de orgullo, amor propio y buen hacer. Así es este cartero, que jura que en sus 35 años de profesión no ha dejado ninguna misiva sin echar en el buzón por ser bajito. Por muy alto que encontrara el panel de casilleros en Bilbao y Valladolid, sus lugares de destino, ninguno se le resistió. «Si no alcanzaba, pegaba saltitos o me ponía algo debajo de los pies, pero las cartas siempre entraban», explica Simón, que ahorra en palabras pero derrocha simpatía y buen carácter, unas virtudes que agradece con años de amistad el grupo de amigos con quien chatea a mediodía y por la tarde por bares del centro de la capital vallisoletana. Tiene tiempo y está jubilado, soltero y sin cargas familiares. Hubiera deseado cumplir el servicio militar. Aunque no fue la talla la responsable de la mala jugada por la que quedó exento, sino su escasa capacidad torácica. «Vamos, que era estrecho de pecho, eso me dijeron. Cosas del Ejército», puntualiza. Pasó dos revisiones en un año, pero su tórax no creció ni un centímetro y se quedó en los 82, a seis de la mínima. Admite que la desventaja con la que más ha lidiado ha sido la ropa, que siempre le debían arreglar y cortar. Con los zapatos del 33, sin problemas. Asegura que los venden en muchas tiendas, y no precisamente infantiles. Su pensión de unos 1.100 euros le da para vivir y para comentar, en tono dicharachero, «que «no es oro todo lo que reluce» y que los carteros «no cobran tanto como la gente cree». Simón Salvador aterrizó en Basauri (Vizcaya) a los 20 años. Después de trabajar en la construcción se apuntó a Correos. «Necesitaban gente y yo quería cambiar de oficio». Cuatro años contratado le dieron experiencia para aprobar las oposiciones sin ningún problema. Hubiera deseado casarse y tener hijos. No ha sido por falta de novias, ni por ser pequeñito. «He tenido varias, pero cuando la vida dice que no, es que no». Y punto.