UNA BUENA NOTICIA

Los barcelonistas han recibido esta semana la mejor noticia posible, más allá de la consecución de una 'Champions' o una nueva Liga. La renovación de Pep Guardiola es la pervivencia, al menos un año más, de un estilo que está cambiando la historia del fútbol en este país.

Esa filosofía que cree que el éxito está en el camino y no en el final, que el fin no justifica los medios. Un pensamiento amparado en la humildad (a veces exagerada) frente a la prepotencia, que prefiere el 'nosotros' al 'yo, mi, me conmigo'. La idea de que los trapos sucios se lavan en casa y no se airean para que la porquería salpique por todos lados. La máxima de que lo que venga de fuera tiene que mejorar lo que hay en la cantera, que ya de por sí tiene un plus, y no acumular tiestos inservibles, caros y que ocupan demasiado espacio. El modelo de encontrar soluciones y no crear problemas. La conclusión de que el fútbol ya de por sí encierra bastante basura como para no tener que alimentarla día a día.

Guardiola continúa, y con él un ciclo que amenaza con ser el más largo en la historia de un club que nunca ha sabido gestionar sus buenos momentos. No ha existido en Can Barça un entrenador que haya contado con tanto respaldo de su masa social. Las críticas sólo llegan desde la misma dirección, pero son tan débiles que no hacen más que alimentar su mito. Por ejemplo: que el juego del Barça aburre porque sentencia los partidos en la primera parte. Sin duda es mucho más emocionante un 1-1 en Almería que un 0-8, cualquiera firmaría el primer resultado. También molesta que el Barça viaje el mismo día, un reproche más propio del gremio hostelero que de la prensa deportiva. Le acusan de dopaje pese a que salió absuelto, y seguro que muchos de ellos son los que defienden ahora a Contador. Reprueban sus fichajes, pero sólo sale el nombre de Chigrinskiy. Sí, molesta demasiado. El ser humano es simpático hasta que triunfa. Y que siga cayendo tan mal, también será una buena noticia para los barcelonistas.