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La Copa presiona al Madrid

Tras casi 18 años de sequía, los blancos se sienten obligados a la conquistaDebuta hoy contra el Gran Canaria y viaja por el camino más cómodo y con un día de descanso que no tendrán Barça o Baskonia

MADRID. Actualizado: Guardar
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La última Copa conquistada por el Real Madrid está a punto de cumplir la mayoría de edad. Al igual que ocurre en el fútbol, han pasado casi 18 años desde que se proclamó campeón del torneo del KO por última vez. Desde 1993, con Arvydas Sabonis. Un título del siglo pasado para el equipo más laureado del mundo, al que este año se le presenta una buena oportunidad para volver a reinar y romper la hegemonía de Barça y Baskonia en la era ACB y, sobre todo, el poder azulgrana. Por la mejor parte del cuadro, con un día de descanso, lo que puede ser decisivo en una competición tan corta y exigente, y en casa, aunque el cartel de anfitrión no es garantía de éxito, y menos aún en Madrid, porque a los blancos les esperan muchos enemigos en las gradas del Palacio de los Deportes.

La Copa con la que está peleado el Real Madrid se le ilumina en esta ocasión al equipo de las urgencias, pero también le presiona como nunca, después de tres cursos de sequía, con la obligación de ganar ya un título que se le exige por historia, presupuesto y plantilla. En el torneo más intenso y apasionante de la temporada, envidia de Europa y retransmitido a más de 80 países, por el otro lado del camino viajan el Barcelona y el Caja Laboral, y uno de los dos no llegará a la final, cuando catalanes o vascos se han presentado en el partido decisivo en nueve de las diez últimas ediciones. La esperanza del Madrid, convertida ya en necesidad, es presentarse de nuevo en la gran final, pero en el horizonte aparece el Barça y el temor reside en encontrarse una vez más con el intratable, después de tantas recientes palizas sufridas ante el eterno rival. Por si acaso, Ettore Messina ya se ha encargado de ponerse la venda al manifestar que la obligación del Madrid no es ganar, sino competir, aunque la afición solo entienda de éxitos o fracasos. «Un equipo grande como el Real Madrid conlleva una responsabilidad y tienes que ganar casi siempre», reconoció ayer Sergio Llull.

A priori, al Madrid le espera un plácido debut hoy, contra la 'cenicienta', el Gran Canaria -nunca ha superado la primera eliminatoria y ha perdido además al lesionado Savané-, a la espera de un duelo en las semifinales del sábado contra la revelación de la ACB, el Blancos de Rueda Valladolid, o el Power Electronics Valencia. Los vencedores de los dos derbis de cuartos, Caja Laboral-Bizkaia Bilbao y Regal Barcelona-DKV Joventut, se encontrarán en la otra semifinal. Duro camino, y sin tregua, para los campeones de ocho de las últimas diez Copas. Tres partidos consecutivos en menos de 48 horas para dos de los favoritos condenados a chocar por no haber ocupado las dos primeras plazas en la primera vuelta de la Liga.

Medio siglo sin final en casa

Ya que los clubes de la ACB decidieron imitar al tenis para impedir que los dos primeros cabezas de serie, Barça y Madrid, se encuentren antes de una hipotética final, al estilo de Rafa Nadal y Roger Federer en los 'Grand Slam', en la 75ª edición es posible una repetición de la final copera del pasado año en Bilbao, porque blaugrana y blancos -no conocen la derrota en 2011- se presentan en un gran momento. Sin embargo, en una competición en la que no se perdona el mínimo fallo, también se dan sorpresas, y aquí aparece como tapado el ganador del Blancos de Rueda-Power Electronics. El equipo pucelano que más divierte y se divierte, y el 'che' dirigido por Svetislav Pesic, el técnico que llevó al Barça a la consecución de un histórico triplete que el pasado año evitó el Caja Laboral en la Liga. Y con el Valladolid o el Valencia también beneficiados por una jornada de recuperación que no tendrán los del otro lado.

La capital, donde un torneo de tal magnitud se disgrega y pierde gran parte de su esencia, alberga por tercera vez una fase final de Copa ACB que en las dos anteriores ocasiones (2006 y 2009) conquistó el Tau. El conjunto baskonista fue también el que se encargó de acabar con la maldición que perseguía a los anfitriones, y a ello se pueden agarrar también los blancos, que desde hace ya medio siglo no disfrutan de una final en Madrid. Golpeados desde hace un lustro por la máquina azulgrana, la posibilidad de revancha está siempre en su cabeza, aunque haya un evidente riesgo en «96 horas de alta tensión».