Decenas de personas hacen cola ante el Banco de El Cairo para intentar retirar dinero o cobrar sus pensiones. :: REUTERS
MUNDO

Las protestas arruinan a Egipto

La parálisis económica y social de casi dos semanas ha costado ya del orden de 2.300 millones de euros al día

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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El viejo Faruk al-Oba ha venido arrastrando los pies desde su barrio de Shobra hasta la plaza de Talat Har, al lado de la de Tahrir en el centro de El Cairo, para cobrar la pensión de 500 libras (62,8 euros), y cuando llega, los empleados del Banco Piraeus le dicen que vuelva un día después, que todavía no están operativos. Egipto no es un país de tarjetas de crédito, en las tiendas de consumo diario no se aceptan, sino de dinero contante y sonante, que falta en los bolsillos porque con la revuelta la banca no ha funcionado, y nadie ha podido cobrar el sueldo a principios de mes.

«La sucursal de mi casa está destrozada y me han mandado aquí -se lamenta el hombre-. Hemos pasado los últimos días engañando el estómago con té y café, sin comida, y lo peor es que a mi mujer Najmedo le han roto un brazo de un empujón y a ver con qué compramos las medicinas». Faruk se da media vuelta resignado y amargo: «Te lo juro -se despide-, no tenemos nada», y se marcha en busca de vecinos a los que pedir un préstamo, como tantos egipcios.

Los intentos por volver ayer a la normalidad tras trece jornadas de protestas solo resultaron a medias. En la capital, el 80% del comercio y las empresas permanecían cerrados como desde el 28 de enero, cuando la policía se retiró de las calles y comenzó el pillaje, que aún continúa. La parálisis de casi dos semanas ha lastrado también las grandes cifras macroeconómicas: el Banco de Crédito Agrícola calcula pérdidas diarias de 3.100 millones de dólares (casi 2.300 millones de euros) y las previsiones de crecimiento de Egipto se han reducido del 5,3% este año al 3,7%. Las exportaciones han caído un 6% con respecto a enero del año pasado y un millón de turistas -sector que da empleo directo a un 12% de la población activa- han huido. Y se teme que va a ser muy difícil volver a recuperarlos.

Un 40% de pobres

En un país donde un 40% de los ochenta millones de habitantes vive por debajo del nivel de la pobreza, con menos de 1,5 euros por día, la necesidad apura y muchos empiezan a dejar ya en segundo plano los sueños y las ideologías. «Yo no quiero saber nada de política, sino poder vender en esta tienda de la que comemos doce personas», se queja Saied el-Elfatah, propietario de un quiosco mínimo de chocolates y tabaco, que ayer reabría en El Cairo confiado en que los soldados de un tanque cercano le protegerían de cualquier intento de asalto.

«No tenemos por qué seguir manifestándonos, ya han conseguido lo que querían, Mubarak se va a ir...», mascullaba en el elegante café de intelectuales Nadwa un «oficial del Gobierno» que no quiso identificarse, y que se quejaba de que la revuelta y el consiguiente daño económico que está sufriendo Egipto son culpa de «extranjeros que reciben comisiones».

En la plaza Tahrir creen que el cambio implica sacrificios duros y que al final merecerá la pena. «Prefiero vivir con hambre que morir de miedo», resumía una de las pancartas mas celebradas en la manifestación de ayer.