Terror zombi en Cádiz
Estudiantes de Realización y Cine ruedan en Cádiz, Jerez y Puerto Real las consecuencias de una hipotética epidemia zombi en la provincia y dan las claves para salvar la vida
Cádiz Actualizado: GuardarLo que faltaba. Si usted es de los que piensa que la cosa ya no puede ir a peor, se equivoca. Los muertos, según diversos testimonios de toda credibilidad, acaban de salir de sus tumbas y amenazan con engrosar las listas del paro, no sin antes comerse a su suegra, a su vecino el escandaloso y a su jefe. Hasta ahí, nada especialmente molesto. El problema es que, si se quedan con hambre, es muy probable que también vayan a por usted. Y eso, seguramente, ya no le haga tanta gracia. Recuerde: los primeros testimonios hablan de seres hediondos, de miembros flácidos y pústulas supurantes, que apenas balbucean y carecen del más más mínimo sentido de la urbanidad. Es posible que ya conozca a alguien así, pero, en cualquier caso, conviene que extreme las precauciones. Los auténticos zombis pueden darle un disgusto a su madre y una alegría a su mujer: han regresado del más allá con la sana intención de liquidarle la hipoteca. Para siempre.
Desde el pasado miércoles, los avistamientos de zombis se han sucedido en Jerez, Cádiz y Puerto Real. Las reacciones institucionales no se han hecho esperar. La alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, ha relacionado la invasión de los muertos vivientes con el regreso a la arena electoral de Pedro Pacheco, «al que todos dábamos por desaparecido, políticamente hablando». Pacheco ha culpado de la infección masiva «a la mala gestión del gobierno socialista», y advierte que, según sus informes, «al menos nueve de las diez plagas bíblicas» se ciernen ahora mismo sobre la ciudad. Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, no ha querido pronunciarse al respecto y se ha limitado a subrayar que «las obras del Centro de Control de Epidemias Terroríficas estarán terminadas para el 12». José Antonio Barroso, el Primer Edil de Puerto Real, achaca el problema «a las contradicciones internas del capitalismo». «Ya ni los muertos se mueren», ha sentenciado. «No me digan que no es contradictorio».
Vale. Es mentira. Si queda algún crédulo entre los hipotéticos lectores de esta fantasía, ya puede tranquilizarse. Por las calles del mundo no circulan más monstruos hoy de los que circulaban ayer. Aunque todo lo anterior tendría sentido en el universo de ciencia ficción que están construyendo, plano a plano, un grupo de estudiantes de Realización de La Granja, capaces de recrear en un falso documental (tan falso como el arranque del reportaje) lo que ocurriría en la provincia si a una legión de zombis mixtos (de toda las variedades conocidas) le diera por entretener las horas devorando gaditanos, con las previsibles consecuencias que eso tendría para nuestro ya de por sí frágil equilibrio demográfico. En la tarea cuentan con la ayuda de Héctor Cobacho (de la Escuela de Cine de Sevilla), aspirantes a médicos, ex militares y un buen número de voluntarios reclutados a través de las redes sociales.
Costras de pan rallado
La pieza, ideada por Koko Ríos y Elia Sáez, entre otros compañeros, pretende rendir un homenaje a «todos los directores, dibujantes de cómic, escritores y realizadores de videojuegos que, como a nosotros, les flipa las historias de virus agresivos, devoradores de hombres y supervivientes». La lista de referencias es infinita y viene de lejos, «aunque muchos estén descubriendo ahora la fiebre gracias al fenómeno 'Walking Dead'». Héctor Cobacho, en su calidad de experto en cadáveres obstinados, cita algunas: desde el clásico George A. Romero, hasta 'Zombieland', pasando por Lovecraf o la saga 'Resident Evil'. Sus medios, evidentemente, no son los mismos que los de sus admirados hitos del género, pero no se las apañan mal.
En materia de maquillaje y casquería, los chicos se han servido de la experiencia de alumnas del módulo de caracterización del Instituto San Severiano. Sangre artificial, vísceras al peso y un ingrediente secreto: pan rallado. «Le da consistencia a las heridas, y hace que parezcan costras», dice Elia, que habla del tema con una seriedad casi científica. Visto en pantalla, funciona. El asco es inmediato.
Otra cosa son los escenarios elegidos para el rodaje: desde la Sala de Autopsias de la Facultad de Medicina, hasta los alrededores del Carranza. En el paseo marítimo sí se toparon con un pequeño inconveniente. «Nos paró la Policía», cuenta Koko. «Normal, íbamos como si nos acabaran de dar una paliza». En el Carranza, el número de señoras preocupadas por el lamentable aspecto de los intérpretes se volvió alarmante. En Puerto Real, el marco de la lucha entre zombis y supervivientes ha sido los pinares. «Más de uno se llevó una ingrata sorpresa cuando paseaba al perro».
La estructura del corto es una especie de manual básico para salvarse de la epidemia, planteado con todo el humor del mundo y una buenas dosis de ironía. «Primero un experto analiza una cuestión concreta, como el tipo de virus que podría desencadenar un apocalipsis zombi, y después nosotros lo recreamos en imágenes». Tratan todos los palos: «Desde la tipología de infectados, hasta la reacción militar, pasando por los primeros síntomas y algunas normas que hay que tener en cuenta en caso de toparse con un contaminado».
«Lo principal es la imaginación», opina Elia. «Los que participamos en esto pensamos que siempre hay una excusa para no hacer algo distinto, creativo, pero al final basta con tener ganas, un par de cámaras y un buen puñado de amigos».
Hoy les toca en Zona Franca. Si se los topan, recuerden: cúbranse la boca, eludan el contacto físico y, sobre todo, nada de intercambiar fluidos.