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Moli de Jerez, marca registrada

Antonio Molinillo 'Moli' Hostelero

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AMoli lo conoce todo el mundo en Jerez. O, al menos, toda una generación de jerezanos y jerezanas, ésa que vio nacer y alimentó con su presencia el bar Los Dos Deditos convirtiéndolo en un local emblemático en la ciudad. Corría el año 1987, Antonio Molinillo (Jerez, 1965), más conocido como Moli, comenzaba a trabajar y lo hacía tras la barra de este pub. «Unos amigos iban a abrir un bar y me llamaron para echarles una mano; en aquel entonces había muy pocos bares de copas en Jerez», recuerda Moli. Entre aquellas paredes de la plaza Vargas, ha vivido anécdotas de todo tipo a lo largo de los años. «En cierta ocasión estaba tarareando Si todo el mundo cantara esta canción, vino un chaval joven y me dijo que ese tema era de su madre, y me la puso al teléfono; otra vez tenía puesto a Joaquín Sabina, entró una chica en el bar y me soltó: 'El que canta es mi marido'». Pero lo que más destaca Moli es los muchos amigos que ha hecho gracias a Los Dos Deditos y la gran cantidad de gente que se ha conocido allí. «Algunos han terminado casándose, incluso, e invitándome a la boda». Podría haber trabajado en un hotel, en una agencia de viajes o en un centro de congresos, pero eligió otro camino que, según parece, le gusta mucho más y dejó la diplomatura de Turismo a falta solo de dos asignaturas. «No creo ya que me presente para aprobarlas», comenta antes de reconocer que no fue un buen estudiante. De hecho, eligió Turismo «porque era una carrera cortita y no había que moverse de Jerez». Pese a su relación difícil con los estudios, recuerda su etapa en el Instituto Coloma como «la más bonita». Moli desarrolla ahora su labor profesional en La Maceta, la cervecería enclavada en la calle Larga, frente al Gallo Azul. Es uno de los bares más frecuentados del centro de Jerez, un lugar de paso único y un santuario de la cerveza. En las semanas de más calor del verano, «podemos llegar a tirar entre 700 y 900 litros de cerveza a la semana, unos dos barriles diarios». Por si no tuviera suficiente, cuando llega la Feria del Caballo se encarga de la caseta de CGT, a la que ha puesto de moda en los últimos años gracias a «el sitio en el que está», a una buena política de precios y calidad, y a las actuaciones de la charanga Los romeros de Wisconsin. «No es que sea un innovador, porque lo de la charanga lo copié de otra caseta», reconoce, «lo que pasa es que son todos profesores de música, son muy buenos y la gente no quiere perdérselos». Lleva ya unos cuantos años trabajando la feria y manifiesta haberse acostumbrado a ello. De hecho, «alguna vez he dejado un rato el trabajo para pasarlo bien, y no termino de hallarme». Eso sí, no perdona después irse un par de días a la Feria de Sanlúcar para cargar las pilas. Pero como no todo es trabajar, Moli también sabe aprovechar bien el tiempo libre. Es un gran seguidor del fútbol y procura no perderse ninguno de los partidos que juega el Xerez Club Deportivo. Tiene también el carnet de socio del Jerez Industrial. «Ya no existe la rivalidad de antes, los padres industrialistas le pagan a sus hijos el abono del Xerez». Más allá del deporte, asegura que sus gustos pasan por el cine, las revistas de historia y la filatelia, afición que mantiene desde que era un niño y que le ha llevado a tener más de 2000 sellos. «Mi colección está formada por todos los sellos de curso legal que han salido desde que nací, desde 1965». Cuando tiene tiempo, Moli se da el gustazo de disfrutar de un viaje, y hay algunos que no olvidará nunca. Sonríe generosamente cuando habla de aquel crucero que hizo con cuatro amigos más por el Mediterráneo. «Era un barco de solteros y te aseguro que fue muy divertido». Así es este hombre al que todos en Jerez conocen como Moli. Es un buen conversador, una persona serena y generosa. Asegura que le gustaría ser padre alguna vez, pero, por ahora, su gran pasión es su sobrino de cinco años Ciro, al que regala siempre que puede camisetas del Xerez Club Deportivo o de la selección española para que vaya teniendo buenas costumbres.