ESPAÑA

LA HORA ALEMANA

DIRECTOR ADJUNTO DEL OBSERVATORIO DE POLÍTICA EXTERIOR DE LA FUNDACIÓN ALTERNATIVAS Actualizado: Guardar
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La hasta hace poco denostada canciller alemana Angela Merkel ha pasado puntualmente por la Cumbre hispano-alemana, en baño de las élites de uno y otro lado: Gobierno, empresarios y sindicatos. Aparecieron por allí representantes de Telefónica y Deutsche Telekom, de Iberdrola, Acciona y Siemens, de La Caixa y de las cajas de ahorro alemanas, de UGT y CC OO y del gran sindicato alemán de la DGB.

El encuentro puso de manifiesto la nueva táctica teutona para recuperar Europa. Encerrada un tiempo en la «niebla del norte» (al decir de un Goethe), ahora Merkel sale al encuentro de los rezagados. La canciller pone a Alemania de ejemplo, mientras se esfuerza en no herir el orgullo de los periféricos más de lo que ya está. Mientras niega cualquier intento de injerencia en los demás, ha insistido en desligar la subida de salarios a la inflación y vincularlos a la productividad. También ha anunciado un techo del gasto para el Gobierno federal -de un 3% del PIB, frente al 11% español- , y para los 16 länder: ¿Va a seguir el Gobierno español y las CC AA esa senda de austeridad? ¡Claro que sí!

En realidad, esa pretendida no injerencia es imposible. Con la visita de ayer, Merkel se ha convertido, al igual que el presidente del Consejo europeo, Van Rompuy, o el francés Sarkozy -que felicitaba en el mismo día por carta a Zapatero por su «determinación»-, en política interna española. El proverbial manejo de los tiempos políticos por parte de Zapatero le ha permitido ofrecer en bandeja a Merkel el pacto social alcanzado un día antes. Puede ser un pequeño respiro hasta las elecciones autonómicas de mayo, donde se jugará el futuro hasta las generales. Y viceversa: las alabanzas del lado español posibilitan a Merkel un regreso victorioso ante ese casi 60% de ciudadanos alemanes que desconfían de Europa.

La jugada de Merkel en su visita a Madrid, y la de hoy en el Consejo Europeo de Bruselas, está clara: vincular el destino de Europa a las prioridades alemanas. Ante el peligro de nacionalismo teutón, alemanizar Europa, enarbolando el ejemplo alemán de éxito económico, competitividad y austeridad. El problema es que al gran pacto por la competitividad para la zona euro, que hoy puede perfilarse en Bruselas, le falta algo de poesía. Por ejemplo, una zona euro con un bono único para bloquear ataques especulativos, o la armonización de la política fiscal: es decir, un hermoso horizonte federal. Pero tal vez un paso hacia el federalismo sea también equiparar los modos de vivir y de gastar de cada uno.

Se cuenta que los vecinos del filósofo Immanuel Kant ajustaban sus relojes a su paso vespertino: tal era su puntualidad. Cuando Merkel se despidió ayer por la tarde, España ya había ajustado y dado cuerda a su reloj. A partir de ahora, vamos a ver a menudo pasar la sombra alemana marcando la hora europea.