Los servicios sanitarios asisten a un motorista herido en el Mundial de Motociclismo de 2005. :: J. RÍOS
Jerez

Piden 11 años para el conductor que arrolló a 20 personas en la Motorada

El acusado perdió el control al hacer un trompo con su coche en las calles de El Puerto; conducía supuestamente ebrio

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La Audiencia Provincial de Cádiz juzga la próxima semana a Israel M. M., el joven de 26 años que atropelló a una veintena de personas cuando hacía un 'trompo' con su coche durante la celebración del Mundial de Motociclismo de 2005, en el paseo de la Puntilla, en El Puerto. La Fiscalía de Cádiz le acusa de un delito contra la seguridad del tráfico, en concurso con catorce delitos de lesiones y al menos seis faltas, por las que pide una pena de once años y medio de cárcel y la prohibición de conducir durante 18 años. Además, exige para el acusado una multa de 3.650 euros y un total de 110.143 euros en indemnizaciones para ocho de las víctimas -otras muchas ya fueron recompensadas-.

Aquella fiesta de la Motorada de 2005 casi acabó en tragedia por culpa de estas controvertidas exhibiciones de aficionados al motor, en las que se hacen caballitos, derrapes y carreras a toda velocidad por la calle. De hecho, en un mismo día se produjeron dos atropellos multitudinarios: uno de ellos en Jerez, en el que hubo cinco heridos, y el que supuestamente causó Israel M. M. en El Puerto, en el que 20 personas sufrieron heridas de distinta consideración. De ellas, al menos cuatro acabaron con secuelas que les impiden la movilidad de algún miembro. Por suerte, no hubo que lamentar ninguna muerte. Aquel año este joven gaditano apenas contaba con 20 años y no conducía una motocicleta, como suele ser habitual en este tipo de exhibiciones, sino un coche de la marca Citroën Xsara, propiedad de su padre, con el que se sumó presuntamente a las temerarias piruetas.

En uno de los trompos al volante, el joven perdió supuestamente el control del coche y embistió a quienes jaleaban el «espectáculo» desde la acera. Según la Fiscalía, perdió el control porque conducía ebrio, lo que en estos casos no sería un atenuante, sino un agravante.

En el límite del delito

Sin embargo, el control de alcoholemia que la Policía realizó al joven tras el incidente dio un resultado de 0,38 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. Esta tasa supera la permitida de 0,25 miligramos que marca la Ley, pero no entra en lo que el Código Penal considera un delito de tráfico: a partir de los 0,60 miligramos. Para superar ese escollo, la Fiscalía indica en su escrito de acusación que, más allá de los datos objetivos de alcoholemia, el joven «presentaba síntomas externos de intoxicación etílica, como habla pastosa y ojos enrojecidos», que serían suficientes pruebas.

La acusación pública también plantea que el atropello fue, de alguna manera, un acto deliberado y no la consecuencia de una imprudencia, como posiblemente alegue la defensa para reducir la pena. De este modo, la Fiscalía asegura que Israel sabía que existía una «alta probabilidad» de arrollar a los que se encontraban a su alrededor y «aceptó» este riesgo.