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El toro en su laberinto
Un largo documental que se rueda en Cádiz retrata «la encrucijada» a la que se enfrenta el mundo taurino; La directora alemana Janette Bleeker planea llevar la película a los festivales de San Sebastián, Berlín o Canadá, entre otros
Cádiz Actualizado: GuardarEl plano varía de la luz pálida de una bombilla a la cabeza disecada de un toro. Janette Bleeker dice que podrían ser los testigos mudos e inmóviles de un tiempo que se acaba. Las testas negras, clavadas a la pared, las fotos viejas, los carteles amarillos... Todo tiene un aire oscuro y terminal. Rueda en un cortijo de la Janda. Las imágenes transmiten el frío del ocaso, y luego, por la mañana, una especie de vaho polvoriento que sube desde el albero. Janette reconoce las costuras de ese mundo, advierte sus matices, porque ella también toreó. Ahora, cámara en mano, se ha propuesto testimoniar su decadencia o, al menos, dejar constancia de un cambio de ciclo que tiene mucho de pérdida. Lo hace en Cádiz, mediante una producción documental que presentará en los Festivales de San Sebastián, Canadá, Berlín, Sevilla y Marraquech, y que aspira a reflejar el desconcierto de un microcosmos sometido a las tensiones de factores enfrentados: «El progreso y la tradición, la política y los negocios, los mitos y los medios, los sueños y la realidad, la vida y la muerte...»
La directora, que estudió arte dramático, literatura y filosofía, cuenta así el motivo de fondo que le llevó a embarcarse en este ambicioso largo documental, que apunta al mercado internacional y que«pretende romper los tópicos sobre este tipo de producciones, casi siempre planteadas como un homenaje o como un ataque»: «Un día -cuenta- regresé al sur y ya nada era como antes. Hace 20 años, el mundo de los toros estaba más o menos en orden. Desde el ganadero, hasta el vaquero, desde el torero hasta el mozo de espadas... Todos sabían a qué o a dónde pertenecían, y nadie sospechaba que la globalización afectaría a un universo tan propio, regido por sus propias leyes. Se equivocaban».
Ricos y hermosos
«Gracias a la comercialización moderna y a los caprichos de divos de algunos toreros, se ha desplazado su estatus anterior. Antes eran una especie de 'sumos sacerdotes'. Los toreros de hoy en día ya no luchan porque son pobres o valientes, sino porque son ricos y hermosos, y tienen buenos enchufes. Ejercen un cierto poder sobre la selección de las ganaderías, cuyos toros salen frente a ellos en las plazas».
Así que película trata, en definitiva, del choque de civilizaciones entre un mundo arcaico y el mundo moderno, «de las viejas leyendas y cuentos, cuyos héroes y valores terminan muchas veces en la inmundicia de la prensa popular o en las disputas de las herencias». Y lo hace «sin tomar posiciones», sino «buscando la transparencia». Bleeker bucea en la vida de ganaderos, operarios, aspirantes y ex toreros, para dibujar el perfil de una realidad con zonas oscuras, «completamente desconocidas». «Por ejemplo: mucha gente sobrevive con lo justo, en condiciones muy precarias, un signo más de decadencia». La directora sigue su día a día, «sus preocupaciones, sus esperanzas, sus creencias, sus recuerdos de los tiempos gloriosos y su postura ante una realidad que agoniza». Todo ello, explica, le permite «pintar un cuadro que escapa del estereotipo, un cuadro conmovedor».
Las raíces de una obsesión
En 1987, Janette Bleeker pisó España por primera vez, con el encargo de una productora alemana de escribir un guión sobre la trayectoria de una mujer que quiere dedicarse al mundo de los toros. Para ponerse en la piel de su protagonista, se inscribió en la Escuela de Tauromaquia de Jerez, visitó tentaderos, y de tanto roce, acabó 'convirtiéndose'. «Entendí que para escribir sobre el toreo era imprescindible torear, aunque fuera como maletilla, sin ánimo de llegar a gran figura». Y toreó. «Me sentía un poco ridícula, una mujer, extranjera, que ya podía ser madre, delante del animal, pero decidí aguantar y aguanté», por mucho que hubo tentaderos en la que los empresarios no querían ver a ninguna mujer en la plaza, y la recibían «con mucho, mucho cachondeo».
Terminó el guión, «pero seguí viviendo de cerca este mundo, y me temo que será ya para siempre». Aunque a finales de 1993 se 'retiró' a Cataluña, y abrió una galería de arte en Barcelona, junto a una librería, «un poco dolida por todos los intereses creados que hay también en el mundo taurino, por el juego sucio que a veces existe», en 2007 José Tomás la hizo volver. «Había por fin un torero que daba un valor a esta profesión que yo daba por perdido. Me demostró que sí hay caminos, que el toro puede sobrevivir a estos tiempos tan peligrosos».
Ahora ha cogido toda esa experiencia y la ha puesto al servicio del nuevo proyecto, en el que se reserva un papel fundamental para José Ribera, «una especie de Quijote que se enfrenta a sus molinos de viento y ha creado su propio universo para resistir al avance de los nuevos tiempos». El hermano de Paquirri, tío de los matadores Francisco y Cayetano Rivera «es, en cierto modo, el protagonista», dice Janette. Además, aparecen un joven torero y uno viejo, una joven torera, varios ganaderos, mayorales, aficionados, periodistas y hasta la viuda de un torero.
La muerte en la muerte
«Para entender una corrida de toros no hay que rendirse a la atracción de la ambivalencia. Ésa es la única manera de ver el espíritu de la Tauromaquia, enraizado con la naturaleza del animal y su habilidad para el combate, al igual que con la valentía y la inteligencia del torero». «La falta de desafíos reales es lo que está llevando a los hombres, en vez de a ponerse delante de un toro, a las guerras, a las pistas de las montañas o a los safaris de aventura».
En el fondo, insiste, «esta película investiga sobre la muerte en la muerte». Un obituario a veces divertido, a veces grotesco o trágico, que habla de las realidades de un tiempo que se acaba, «cuyo gobernador indiscutido todavía, aunque no sabemos por cuánto tiempo, es el toro».