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Caos en el aeropuerto de El Cairo ante la huida de turistas

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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La terminal de salidas del aeropuerto de El Cairo era ayer un hervidero de maletas, carritos y turistas con cara de preocupación, la prueba gráfica de que revolución y turismo son dos palabras que no concuerdan bien. La revuelta egipcia ha sorprendido a miles de extranjeros en plenas vacaciones, pero la inestabilidad en las calles de la capital y otras ciudades turísticas ha obligado a gran parte de ellos a preparar las maletas antes de tiempo para huir del país del Nilo antes de que la situación empeore.

Varias aerolíneas internacionales como Lufthansa ya han anunciado que piensan fletar más aviones tanto a la capital egipcia como a Alejandría para recoger a los turistas que deseen abandonar Egipto. El Ministerio de Exteriores griego también tiene dos aeronaves militares preparadas para sacar del país, si fuera necesario, a sus ciudadanos.

Varias empresas españolas y otras internacionales han decidido evacuar a su personal expatriado en Egipto por los disturbios. La misma medida han tomado las autoridades españolas con los becarios que dependen de la embajada y de otras instituciones nacionales en el país, que partirán en los próximos días.

El caos se apoderó por momentos ayer del aeropuerto de El Cairo, especialmente en la terminal de salidas, que no podía albergar a la gran cantidad de pasajeros -casi todos extranjeros pero también algunos egipcios- que acudieron en masa al aeródromo de la capital en cuanto se levantó el toque de queda a las ocho de la mañana. En los exteriores del edificio del principal aeropuerto de país, cientos de personas hacían cola o intentaban entrar por la fuerza.

Más tranquila se encontraba la terminal de llegadas, donde Nour Tarek, una estudiante de Publicidad que acababa de volver con sus compañeros de su viaje de estudios, se abrazaba a su padre. La revolución les ha pillado en Barcelona y ahora, de vuelta en El Cairo, temen por lo que se puedan encontrar. «Hemos visto la televisión y nuestras familias nos han contado por teléfono», explica la joven.