El mundo desde mi óptica
El centro es pionero en la formación de los profesionales de la visión
CÁDIZ. Actualizado: GuardarUna atractiva modelo observa desde su posición privilegiada en el enorme póster el ir y venir de las batas blancas. La sala de prácticas bulle de actividad como podría hacerlo cualquier laboratorio profesional. Y la chica no es demasiado conocida, pero podría ser la imagen de una importante firma de moda. Porque la potencia de las multinacionales también ha copado el mercado de las ópticas. Los establecimientos de toda la vida se han visto obligados al cierre por el descenso en las ventas. Poco han podido hacer los pequeños empresarios frente a las apetecibles campañas publicitarias. Las ofertas y promociones con que las franquicias se han traído de calle a los clientes han sido su toque de gracia en un tiempo en que, paradójicamente, más dinero se invierte en los anteojos. Porque son un producto de primera necesidad y por la importancia de la imagen, que en este sector ganó enteros desde que las grandes firmas de moda se dieron cuenta de la rentabilidad económica que supondría crear sus propias líneas de monturas. Porque ya no se trata de llevar gafas solo para corregir una anomalía en la visión, sino de lucirlas. De aumentar la calidad de vida, salvaguardar la salud ocular y verse bien ante el espejo.
Diseñado en Cádiz
El asesoramiento de imagen es solo una de las aristas que componen el ciclo formativo de grado superior de 'Óptica de anteojería', que se imparte desde hace siete años en el instituto Bahía de Cádiz. Hasta hace sólo dos, el centro gaditano era el único de toda Andalucía en que podían cursarse estos estudios, que ya han sido implantados en Málaga y Granada. «Pero el ciclo, sus módulos y el sistema docente ha sido diseñado por nosotros». José Cerejido es uno de los cuatro profesores que preparan a los futuros técnicos superiores en óptica y anteojería en disciplinas tan complejas como la fabricación y montaje de lentes oftálmicas para gafas, de lentillas blandas y rígidas o el diseño de monturas. Los alumnos tienen que aprender a extraer una lente perfectamente graduada y con la forma adaptada a la montura, a partir de una lente en bruto, tipo estándar, que reciben del fabricante.
Bárbara y Cristina, de Sevilla y Cádiz, se inclinan sobre una pequeña máquina que realiza una incisión en el canto de la lente para que encaje con la montura. Es un trabajo que requiere paciencia y mucho pulso. La precisión es esencial y marca la diferencia en la calidad final de la pieza. Para apurar al máximo cuentan con una compleja maquinaria que corta, pule, calcula el centro óptico o le da forma al cristal: generador y bloqueador con control numérico, biceladora, fotofocómetro... Es la tecnología punta, y muy costosa, con la que se toparán en los laboratorios y gabinetes ópticos donde ejercerán su profesión, que también tendrá una importante faceta comercial, de cara al público.
Una teoría muy compleja
Pero antes de centrar sus prácticas en el manejo de los aparatos, aprenden el tallado a mano, a la antigua usanza. «Porque para saber hacerlo bien, antes tenemos que comprenderlo». María, Yolanda y Jacinto resuelven unos ejercicios teóricos. Pronto iniciarán sus prácticas en las ópticas más cercanas a sus ciudades: Chiclana, Rota y Cádiz. Algunos eligieron el ciclo por vocación, otros por azar, pero todos tienen en común la esperanza de tener más posibilidades de hacerse un hueco en el mercado laboral. Ellos forman parte de la cuarta promoción de este ciclo aparentemente práctico, pero con una importante, variada y difícil carga teórica: anatomía y fisiología del globo ocular, formación de imágenes, física óptica, materiales de las lentes, ametropías: miopía, hipermetropía y astigmatismo, entre otros contenidos. «Tienen que conocer el funcionamiento del campo de visión, cómo vemos los colores, cómo es el sistema lagrimal...». Ana Sánchez, que fue alumna de José Cerejido, es ahora su compañera e imparte estos conocimientos, que se completan con otros tan distintos como la toma de medidas faciales, atención al cliente, técnicas de venta o cómo funciona el sector de la industria óptica en Andalucía. De todo ello se encarga Mercedes Oliveira. «Esto no es como vender zapatos. Los ópticos han de ayudar a sus clientes a elegir formas y monturas, según el color de ojos, la forma de la cara... Y a eso también se aprende».