ZAPATERO, LIDERAZGO EN CUESTIÓN
Actualizado: GuardarUn partido en el que hay que pedir a los cuadros dirigentes que defiendan al líder y una organización política a la que es necesario convencer de que todo lo que este hace casa sin problema con su ideología y sus centenarias siglas. Esa es la situación que vive hoy el PSOE. «Un momento duro de incertidumbre», en palabras de uno de los dirigentes territoriales que este fin de semana se reunió en la convención socialista de Zaragoza para discutir sobre el programa marco con el que se presentarán a las elecciones locales del próximo 22 de mayo.
Que los ánimos no están para fiestas se sabía de antemano. Que, lo quisieran o no los organizadores, el debate sobre la salida de José Luis Rodríguez Zapatero planearía sobre las cabezas de los cerca de 2.500 asistentes, también. Pero que dos pesos pesados de la formación como el vicesecretario general y ministro de Fomento, José Blanco, y el presidente y vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, consideraran obligado decir a sus propias huestes que el actual secretario general socialista aún sujeta las riendas, sí fue una sorpresa.
«Me siento orgulloso de José Luis Rodríguez Zapatero, me siento orgulloso de sus valores, orgulloso de su coraje; no conocí un socialista mejor», dijo Blanco en uno de los discursos de apertura del encuentro de Zaragoza. «Nunca se ha hecho tanto por modernizar nuestro país, en tan poco tiempo. Nunca he visto a nadie hacer más por la igualdad en este país. Nunca he visto a nadie con mayor compromiso con la protección social. Nunca tantos derechos han sido reconocidos a quienes siempre les fueron negados», continuó. Y el colofón: «Por eso siento, estoy seguro de que sentimos todos, la obligación moral y política de defender a quien más nos defiende».
No era un mensaje de despedida a su amigo Zapatero. El propio José Blanco se encargó de advertirlo luego, de manera contundente, ante los periodistas: «No fue un epitafio, sino todo lo contrario, una reivindicación». Algo similar había hecho minutos antes Manuel Chaves en su intento de persuadir a quienes tienen las elecciones a la vuelta de la esquina de que existen razones sólidas para defender «sin complejos» medidas y reformas tan impopulares como la del mercado laboral, que abarata el despido; la de las pensiones, que eleva hasta los 67 años la edad de jubilación; o la del sistema financiero, que conducirá a la bancarización de las cajas, porque es lo «responsable».
El vicepresidente tercero incluso llegó a afirmar que es la única «política de izquierda» que puede hacer un socialista en un contexto como el actual y que actuar como ahora dictan los mercados es el modo de tener «más margen de maniobra» en el futuro frente a sus imposiciones. «Es lo que hay que hacer, lo que España necesita», insistió. «Eso marca la grandeza del liderazgo del PSOE y, si me permitís, de nuestro secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero».
Lastre electoral
El grado en el que los 'barones' han interiorizado este mensaje es variable. La gran mayoría entienden que la política económica será un lastre de cara a las elecciones y tienen serias dudas de que sea fácil hacer ver a los ciudadanos sus virtudes, por más que el reciente acuerdo sobre pensiones con los sindicatos mayoritarios les haya dado un respiro.
No falta quien se lamenta de que en la sede nacional Ferraz se dé a entender que es necesario sacrificar los comicios autonómicos para evitar una debacle histórica cuando lleguen las generales. «Si no hubiésemos actuado con responsabilidad, estaríamos dirigiendo al partido socialista a una derrota segura -dijo en esta línea el ministro Blanco- y a alejar la posibilidad de gobernar durante muchos años.
Pero en público, una vez más y como suele ser habitual en este tipo de cónclaves, nadie planteó la más mínima duda; como tampoco nadie osó hacer mención a los planes de José Luis Rodríguez Zapatero. No serían pocos los que hicieron un esfuerzo de contención porque tanto el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, como el castellano-manchego, José María Barreda, o el secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, han dicho ya en algunas ocasiones que el jefe del Ejecutivo debería despejar ya la incógnita para evitar que las elecciones autonómicas se conviertan en un plebiscito sobre su continuidad. O dicho de otro modo, para que nadie reciba en carne propia un castigo que va dirigido a más altas esferas.
En ninguna de las tres mesas redondas celebradas a lo largo de la jornada para discutir sobre políticas activas de empleo, servicios públicos y el futuro del estado autonómico, se habló del tema. Sin embargo, el discurso del ministro de Fomento sí provocó significativos comentarios de pasillo. «Cada vez que me dicen que tenemos que cerrar filas yo siempre digo lo mismo: que las cierren quienes las han abierto», ironizó uno de los candidatos de nueva hornada.
Resonaban ayer en la convención los recientes comentarios del vicesecretario general sobre la «opción» que representa Alfredo Pérez Rubalcaba como sustituto de Zapatero o al comentario en tiempo pasado realizado por Manuel Chaves durante una entrevista radiofónica: «Me hubiese gustado que el candidato hubiera sido Zapatero...».
Plan de salida
Lo curioso es que eso es justo lo que Blanco quería evitar porque, también en su intervención, pidió de manera clara que no se siga alentando el fantasma de la sucesión. «Hablemos poco de nosotros y mucho de los ciudadanos y pasemos a la ofensiva, sin ceder ni un solo centímetro», reclamó. Una petición que, a muchos, se les antoja casi imposible de atender y más si quienes lo reclaman desde la tribuna son los primeros en no aplicarse la medicina.
«Nosotros no queríamos este debate, pero el debate existe e intentar negarlo no sirve de nada», comentaba unas horas después uno de los presidentes autonómicos que no tiene que afrontar unas elecciones la próxima primavera. Otro de los 'barones' que aún espera a conquistar en mayo un bastión popular advertía de que mantener viva la incertidumbre solo sirve para que el liderazgo de Rodríguez Zapatero se resienta. «Cuanto antes lo diga, mejor», insistió con convencimiento.
El caso es que son muchos los pesos pesados del partido que parecen haber asumido que existe un plan de salida, el de Rubalcaba, y que este tendrá poca oposición. «Cuando se vaya Zapatero no pasará nada porque los 25 que pintamos algo cualitativa o cuantitativamente estamos de acuerdo; está todo ahormado», sostiene el dirigente de una de las federaciones con mayor número de afiliados. «La decisión está ya tomada», añade otro. Pero ¿será una voladura controlada? «Lo será», asegura. Entre tanta euforia no falta, aún así, quien entiende que nadie sabe nada y que hay quien ha llegado a asumir como inevitable un plan que solo era para un 'por si acaso'.